La Orden Caballero de la Luz, nació para: “juntar” a los cubanos en un horizonte de libertad y democracia, a todos, sin excepción, donde resalte la individualidad del hombre, sin más ataduras que su propia iniciativa para lograr un mundo mejor.
Un Caballero de la Luz y una Sacerdotisa del Hogar es un embajador perpetuo de cubanía y patriotismo. Y no se llamen a engaño los que pudieran creer que somos una “sociedad” más de corte cívico-fraternal. No. La Orden Caballero de la Luz existe para y por la “libertad de Cuba”.
El propio Don José de la Luz y Caballero dijo: “Para nosotros no existe el descanso, mientras la humanidad gima bajo el triple yugo de la miseria, la servidumbre y la ignorancia”. Por cierto, estas palabras se repiten en la apertura de cada sesión. Por eso somos la organización cubana patriótica más antigua en nuestra historia.
“Mientras exista un hombre –un cubano– desgraciado, otro hombre –otro cubano- es culpable: Nuestra labor no ha terminado”. Y ¿quién dijo estas palabras? ¡Por supuesto que Don Pepe!
Es una honra mencionar a Don José de la Luz y Caballero, un cubano no sólo “ejemplarizante”, sino que sus ideas filosóficas y sociales, son las bases de la Orden en la que militamos. Tal vez sea este el mayor éxito de José González Curbelo, al inspirarse en los aforismos de Don Pepe.
La Orden Caballero de la Luz tiene su propio derrotero y horizonte desde el 9 de mayo de 1873. Y la vigencia para existir en esos días, hoy nos abriga con su manto fraternal. “Yo no seré como la hormiga, que trae y amontona, sino como la abeja, que escoge y asimila”. Y la semilla de Don Pepe fue tomada y “ARROJADA EN SURCOS FECUNDOS DE LA PATRIA”.
Sin ser una institución religiosa, creemos en la existencia de un Ser Supremo. Y es la pregunta que se le hace al que pretende ingresar en nuestras filas. Otra pregunta resume la aspiración máxima de un ser humano: “¿Cree firmemente ser un hombre libre?”. Ni el estado, ni las ideas surgidas de otro hombre pueden estar por encima del concepto de libertad. El Caballero de la Luz es un ente social en plenitud de sus fuerzas espirituales y materiales, tiene el derecho inalienable de expresarse democráticamente entre sus hermanos, y, por supuesto, el de respetar las diferentes opiniones a las suyas, sin que esto requiera una reprimenda. Y a escasos cinco años del “Grito de Yara” estos conceptos representaban un “eslabón” de unidad entre los cubanos.
Para el Caballero de la Luz la familia es otro pilar del edificio moral de la institución, “La familia debe ser para el hombre refugio de su humildad, en ella existen los únicos verdaderos afectos que impulsan la conciencia a regiones luminosas del deber. El hogar será como un templo de virtudes, y la mujer la Sacerdotisa del mismo. La sociedad es a manera de cadena, una organización de la que el hombre forma parte. El objetivo de nuestras aspiraciones está en el verdadero progreso, en la lucha permanente del bien contra el mal, de la verdad contra el error, para preparar la futura sociedad, la gran familia humana”.
La vigencia de la Orden Caballero de la Luz, de esa histórica inspiración de González Curbelo, está en el amor solidario con la humanidad. El tríptico de Educación, Benevolencia y Fraternidad, señala el camino a seguir. Ayer, hoy y mañana es un camino hacia la perfección. Precisamente en este momento en el planeta necesitamos esa comprensión entre todos sus habitantes. Porque la vida misma está por encima de cualquier creación del hombre que divida, excluya y margine. Lo contrario es el amor, que une, solidifica y engarza.
Por suerte la mayoría de la humanidad desea vivir en paz y en armonía, unos con los otros.
José González Curbelo, nació en Bejucal el 10 de septiembre de 1835. Desde el 4 al 10 celebraremos su semana. Hoy, como ayer, su doctrina está más vigente que nunca, porque el Caballero de la Luz y la Sacerdotisa del Hogar tienen como meta una sociedad donde podamos vivir como hermanos de una gran familia.
Si por las circunstancias sociales y políticas se sienten mal, o simplemente son atropellados por un trato inhumano, entonces ellos deben luchar por conseguir la libertad, deben mostrar tolerancia y respeto ante las ideas universales, pero exhibir con valentía su amor por la justicia. Y no cesar en su empeño, hasta que puedan extender sus manos hacia ese universo con la sonrisa del deber cumplido.
Esa es la obra que inició un 9 de mayo en 1873 González Curbelo. Amar, sembrar, unir. Nuestro lema es: “Paz entre los hijos de Dios, guerra a las tinieblas, difundamos la luz, paso al progreso”.
Como institución fraternal nos regocijamos con el aforismo de Don José de la Luz y Caballero: “¡Fraternidad! Sinónimo de amor, igualdad y justicia entre los hombres”.
No se puede escribir ni hablar de la historia de la independencia de Cuba, sin mencionar la Orden Fraternal en la que militaron los más preclaros hombres y mujeres de la época. “Hombres y mujeres que han conquistado un lugar de privilegio y honor, en el inconcluso capítulo por la libertad y superación del pueblo cubano”. Y uno de esos hermanos, que se unió a la obra de González Curbelo, se convirtió en el Apóstol de esa independencia, el que escribió en esos días: “Anunciamos a la patria agonizante la buena nueva, que ya tarda mucho, de que sus hijos que viven libres en el extranjero, han juntado las manos en unión poderosa, y han decidido salvarla”. Hoy nosotros decimos: “Gracias, hermano González Curbelo, por enseñarnos ser mejores cubanos”.
G.L.P:. ALBERTO C. JANE
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