El miembro, cuando jura, renuncia a todo aspecto de su experiencia que constituya una
barrera entre él y los demás.

Debe ser osado para superar su egoísmo. Una persona egoísta es como una tortuga, que
allí donde va, lleva su casa a cuestas. En algún momento tenemos que dejar nuestra casa e ir al encuentro de un mundo más amplio. Es el requisito previo y absoluto para que a uno le importen los demás.

El camino del Hermano es un viaje continuo, una senda o hilo que discurre a lo largo de su
vida. Es aprender a ser auténtico en cada momento y vivir con disciplina, manteniendo siempre su lealtad hacia los seres que se hallan presos en el mundo de la oscuridad, generando calor humano y alegría hacia ellos.

La conciencia meditativa que es un aspecto de la disciplina, le enseña cómo ha de recuperar el equilibrio cuando lo pierde, y cómo ha de usar los mensajes del mundo fenomenal para avanzar en su método.

Cuando uno asume adecuadamente su lugar sobre la tierra, no necesita testigos que le
confirmen su validez. Llegado a este punto, empieza uno a vivir la noción fundamental de
intrepidez. Está dispuesto a estar alerta en cualquier situación que pueda presentársele, y tiene el sentimiento de que puede asumir totalmente el mando de su vida, porque no está del lado del éxito ni del fracaso. El éxito y el fracaso son su viaje.

Habrá veces en el viaje en que uno está petrificado que vibraría entero en la silla, con
dientes, manos y pies. Apenas si se mantendrá en su montura: estará casi levitando de miedo.

Cuando la disciplina comienza a ser natural, a ser parte de uno, es muy importante aprender que es vencer completamente la idea de que la disciplina es un castigo por un error o una mala acción que se haya cometido o que uno quisiera cometer. Hay que vencer completamente la sensación de que hay algo fundamentalmente malo en nuestra naturaleza humana, y de que, como consecuencia, necesitamos disciplinarnos para corregir nuestro comportamiento.  No tiene que ver con pasarlo bien a costa del prójimo.
Evidentemente es algo más que una simple relajación.

Es un estado que proviene de estar en armonía con el medio, con el mundo. No tiene nada que ver con apartarse de las restricciones de la vida ordinaria; al contrario. Es compenetrarse más con su propia vida, porque uno entiende que, tal como es, su vida contiene los medios para levantarse incondicionalmente el ánimo, y curarse de la depresión y de la duda.

Llegado a este punto. El miembro es poseedor de la elegancia natural ya que cuando
comunica, la sinceridad es su mejor herramienta. Decir la verdad no significa que uno tenga que contar sus secretos más íntimos o revelar todo aquello de lo cual se avergüenza. Uno no tiene de qué avergonzarse. Esa es la base para decir la verdad. Un lenguaje afable expresa dignidad, lo mismo que el buen porte de cabeza y hombros.
Para terminar, en el miembro se instala la confianza incondicional, su resplandor radiante, es la energía pura.

Este tipo de confianza incluye la tenacidad y la alegría, porque confiar en el corazón nos permite tener más sentido del humor. Esta confianza puede manifestarse con majestad, elegancia y riqueza en la vida de una persona para uso, disfrute y regocijo propio y de los demás. Llenar de entusiasmo todo lo que nos rodea, es llenarnos de vida.

A mi entender, la Orden Caballero de la Luz en nuestros días representa la construcción de una verdadera sociedad fraternal. A partir de pulirnos con nuestros principios, nos vamos convirtiendo en verdaderos portadores de Luz.

 

GLP:. Nérida Pérez, (F.L.U)

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    Medina

    Excelente

    La orden moldea y hace mejores personas a los miembros, tanto para la orden como para la sociedad

    febrero 15, 2024

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