Nosotros que nos consideramos discípulos de Don José de la Luz y Caballero en esta semana que se cumple un año más de su nacimiento y que se nos pide hagamos algún trabajo con este fin, no es preciso invocar el exilio de alguien y así lo hemos hecho leyendo una revista ilustrada del querido hermano Jesús Almada Pena, permitidme, pues fortalecerme en estos párrafos donde encontramos respuestas concretas, o sea precisas.
Todos los Caballeros de la Luz, tienen que ser alumnos de ese evangelio vivo de virtudes, para podernos llamar hijos espirituales de él, tenemos que defender la Orden con nuestra conducta con su cultura y su intelecto. Brotando siempre de nuestros labios los preceptos de la moral más elevada como lo predicara nuestro mentor y guía. Que no predico la Revolución entre sus alumnos, ni mezclo nunca la Política con sus enseñanzas.
Sin embargo sus ideas contrarias al principio de autoridad, en el orden del pensamiento, su cultivo de la razón, sinceramente predica para despertar los sentimientos de JUSTICIA, HONOR Y DIGNIDAD, y el espíritu crítico que infundio a los estudios tuvieron que dar forzosamente frutos de rebeldía y libertad en todos los órdenes de esa forma, con la misma conducta y el mismo espíritu tiene que ser el Caballero de la Luz de hoy, recibir las enseñanzas y la conducta pura del Maestro, proyectándola en la misma forma. Solo así lograremos el respeto y la admiración de los demás y por ello, el deseo de imitarnos.
Nuestro Mentor y guía fue un hombre vehemente, apasionado en la defensa de la razón porque tenía Fe en su Doctrinas, alcanzando la instancia de Hombre, Sobresaliente, Hombre Santo, privilegio tan solo a los geniales y signados por el destino. Don al cual no aspiramos.
Pero el caballero de la Luz es y debe ser un hombre excelente y por tanto distinto al hombre común, por ello. Ser un convencido absoluto de la justeza de los sentimientos más puros, las virtudes y la conducta Fraternidad Universal. Su filosofía no es especulativa, sino práctica, aplicándola a reformas y costumbres.
Don José de la Luz y Caballero dominó su impaciencia, trabajo día a día toda su vida para despertar en sus compatriotas sentimientos de honor y dignidad y la conciencia del deber, de esa misma forma y con ese mismo propósito debe trabajar el verdadero Caballero de la Luz, buscando plasmar y fijar estos sentimientos, primero en sí mismo, después en los demás. Ante las frecuentes contradicciones, entre las apariencias y la realidad de la vida algunos hombres celebres se han preguntado, si son muchas veces los moralistas simples actores que representan un papel distinto, y en ocasiones hasta opuesto al que la vida real presenta y desempeña.
Pero los Caballeros de la Luz conservan viva la memoria de un hombre de cuyos labios brotaron los preceptos de moral más elevados en cuyo rostro nunca hubo mascara alguna, a quien nadie supero en pureza, e hay la meta de todos los caballeros de la Orden que ha de ser mas precisa., más convincente y más real que todos los compendios de filosofía que podamos leer.
Muchas veces se leen artículos en las prensas y revista faltándole, el impulso creador de la honestidad de sus autores.
Los Caballeros de la Luz debemos tener presente en nuestra conducta, virtudes fundamentales, que practico Don Pepe, hasta hacer de ellas un culto. A saber la verdad y la justicia y de ello, encontramos múltiples pruebas en su vida ejemplar.
A el en su obra, en sus aforismos y en sus escritos debemos recurrir normas de conducta, de civilidad, de patriotismo, de dignidad y decoro.
Y es por eso que esta noche que nos visitan las representaciones de nuestra augusta Institución, comencemos la semana de su natalicio con este trabajo de mal hilvanadas palabras ya que nos falta el tiempo para su mejor composición.
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