NO HAY PATRIA CUBANA, SIN VIRGEN DE LA CARIDAD.
Al llegar el 8 de Septiembre, el pueblo cubano, en la Isla amada o distante de ella, siente en lo hondo del alma, la FE en la Virgen de la Caridad del Cobre, su gloriosa Patrona; Fe que nadie ha podido ni podrá jamás arrancar de su corazón cubano. Es el día de la festividad, desde hace siglos, de la Virgencita que tiene un trono en cada hogar cubano, bajo cuyo manto de ensueño las madres cobijan a sus hijos y que, en la manigua insurrecta, escoltada de palmeras, ganó batallas para la Libertad. Ella se convirtió en un símbolo de la nacionalidad y del patriotismo. Tanto es así, que en los días azarosos de las guerras por la Independencia, ser devoto de la Virgen de la Caridad era como ser partidario de los mambises. Y Ella fue en los campamentos una Mambisa más y los cubanos aclamaron a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba.
HISTORIA
Entre los años 1612 o 1613, se realizó el hallazgo de la imagen de La Virgen de La Caridad, la patrona de Cuba. La historia narrada bajo juramento eclesiástico a los 85 años por Juan Moreno, “el negrito de La Caridad” nos cuenta como fueron en una canoa en busca de sal, él y dos hermanos indios, Juan y Rodrigo de Hoyos, cuando salían de Cayo Francés (en la Bahía de Nipe) observaron algo flotando en el mar, al acercarse vieron con asombro y alegría que se trataba de una imagen de la Virgen María sobre una tablilla donde se podía leer: “Yo Soy La Virgen de La Caridad”.
Según los recuentos históricos, su imagen apareció en 1612 o principios de 1613, en la Bahía de Nipe, la mayor de Cuba, situada en la costa norte de la región oriental de la isla.
Fue avistada por tres esclavos: un muchacho negro de 10 años (Juan Moreno) y dos hermanos de pura sangre india (Juan y Rodrigo de Hoyos), que trabajaban como esclavos en las minas de cobre de la región. El trío ha quedado bautizado en la imaginería cubana como “los tres Juanes”.
En un relato que se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla, hecho bajo juramento eclesiástico setenta y cinco años después del suceso, el esclavo negro Juan Moreno contó cómo ocurrieron los hechos.
Los jóvenes, que habían ido en busca de sal, divisaron la imagen de la Virgen con el Niño Jesús en brazos –la misma que hoy es objeto de veneración por los cubanos– que se acercaba flotando en una tabla, donde podía leerse la frase “Yo soy la Virgen de la Caridad”.
El santuario inicial se construyó de manera improvisada, empleando hojas de guano y tablas. Tras múltiples sucesos misteriosos ocurridos en torno a la imagen, ésta fue llevada al que sería su santuario definitivo, a poca distancia de allí, en la cima de una loma cercana a las minas de cobre.
El actual Santuario del Cobre, que ofrece misa cada mañana, data de 1927 y tiene un altar de plata maciza y otros objetos ornamentales de gran valor. Debajo del Camarín de la Virgen se encuentra la denominada Capilla de los Milagros, un pequeño recinto donde los creyentes depositan disímiles ofrendas: joyas de oro y piedras preciosas, muletas, entre otras riquezas de valores.
Unas 500 personas acuden al lugar cada día. Los peregrinos se llevan consigo diminutas piedras de la mina, donde brillan las partículas de cobre y las conservan en sus casas en vasos de agua, bolsillos o bolsos, como protección contra los males o quizás como buena luz para el futuro personal y familiar.
SINCRETISMO RELIGIOSO
Así comenzó la devoción de los cubanos por esta imagen. La Virgen de la Caridad del Cobre es también adorada en los cultos sincréticos afrocubanos como Ochún, la diosa del amor y del dinero, la dueña de las aguas dulces y su día especial del año es el 8 de septiembre; en esa fecha y desde el día anterior, se le hacen ofrendas de todo tipo y las festividades están vinculadas también con su hermana Yemanyá, la diosa del mar, cuya fecha principal de celebración es justamente el 7 de septiembre.
El hecho de que la fiesta de la Virgen de la Caridad se celebre en Cuba el 8 de septiembre, el mismo día que los cultos religiosos afrocubanos celebran la fiesta de su orisha o diosa Ochún (deidad del amor y la belleza), hacen que muchos piensen que el culto de la Virgen de la Caridad del Cobre sea un fenómeno de sincretismo, algo bastante común en Cuba, en el que los santos católicos se confunden o tienen su avatar en orishas con similares características del panteón religioso afrocubano.
Si bien existen coincidencias entre los santos de uno y otro culto, éstas datan de muchos siglos antes del “encuentro”. Es posible que, desde un inicio, los esclavos africanos hayan reconocido estas similitudes y se aprovecharan del parecido para adorar a sus propios dioses bajo la mirada vigilante de sus amos.
VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE, PATRONA DE CUBA
Fue en la madrugada gloriosa del 10 de Octubre de 1868. Se acercaba la hora suprema y Carlos Manuel de Céspedes escribía un Manifiesto dirigido a las naciones diciéndoles que
“los cubanos desean ser libres
como hizo el Creador a todos los hombres.”
También se ocupaba de la confección de la bandera. ¿Con que hacer la bandera? Cuenta el historiador Rouset que Céspedes, apurado, tomó su muceta de abogado, que era roja; el vestido de bodas de su esposa y cortó un pedazo de la blanca tela; y, faltando el azul, tomó el manto azul de la Virgen de la Caridad que tenía en una urna; y con todo ello se izó la bandera que momentos después tremolaba al grito de
“¡Viva Cuba Libre!”
En el batey de La Damajagua. El simbolismo reúne las esencias más puras de la sociedad cubana: la idea del Derecho, la idea del Amor y la Familia, y la FE en la Virgen de la Caridad del Cobre siempre presente en los momentos culminantes de la vida cubana. Aquella bandera habría de flotar en el humo de la pólvora.
Y la Guerra Grande se inició. Y el poblado del Cobre fue tomado por las fuerzas libertadoras al mando genial de Máximo Gómez. Avisado Céspedes, quiso el Padre de la Patria visitar la Villa y allá fue. Se dirigió al Santuario de la Virgen, a cuya puerta le esperaba el sacerdote. Le seguía la oficialidad cubana, entre la que descollaban Pedro Figueredo, el autor del Himno de Bayamo; Luis Marcano, Francisco Vicente Aguilera, Calixto García, Máximo Gómez, Donato Mármol; y entre los ayudantes, el comandante Rosendo Arteaga, padre del primer Cardenal cubano. Céspedes se arrodilló ante la Virgen y le rindió su espada Mambisa. El Santuario lleno de insurrectos era escenario de un acto trascendental: los Hombres del 68, los Hombres grandes de la Guerra Grande, postrados ante la Virgen de la Caridad rogándole por la Patria.
El Mayor General Ignacio Agramante se vio copado por fuerzas superiores. Solo le quedaba una brecha. Tenía que atravesar con sus noventa y seis hombres y eran trescientos los enemigos que la defendían e impedían el paso. Desenvainando su espada, Agramonte como en el rescate de Sanguily, arengó a sus reducidas fuerzas, esta vez con un solo grito nacido del alma del bayardo:
“¡Que la Caridad del Cobre nos ilumine!”
Y como tromba devastadora, la caballería de Agramonte marcho al galope y la brecha fue atravesada y el enemigo burlado.
Narra el General Miro que en el combate de la Mano del Muerto en la gloriosa campiña de Pinar del Río, a las tropas del Lugar Tte. General Antonio Maceo se le habían acabado las municiones. Frente a ella habia un Ejército enemigo, poderoso y bien armado. Cuentan que un ayudante se acerco al General Antonio para insinuarle la retirada. El Titán de Bronce insistió en que se debía atacar. Alguien le interrogo: Con que vamos a cargar? Y el General Antonio Maceo respondió:
“Vamos a cargar con el machete y con la Caridad del Cobre”.
Y ordenó la carga al machete.
El clarín cubano resonó electrizante. Le arrebataron al enemigo el parque que necesitaban. En el fragor de la lucha un soldado español se lanzo sobre Maceo y trato de clavarle un puñal. El arma dio en la medalla de la Virgen de la Caridad que llevaba Maceo sobre su heroico pecho y solo le produjo un rasguño. Terminado el combate, Antonio Maceo dijo estas palabras: “Todos debemos darle las gracias a la Virgen de la Caridad del Cobre, porque Ella también está peleando en la manigua”.
Tal ha sido la Virgen de la Caridad del Cobre para Cuba: fuerza, aliento, fe y esperanza. Madres, novias, esposas, hermanas, prendían en las ropas de los héroes la medalla bendita. Así la llevaba Ignacio Agramonte. Así la llevaban los Maceo. Así la llevo Céspedes, los Moncada, López Coloma, los García, los Rabí, Máximo Gómez.
Y es José Martí, el Apóstol de la Independencia Cubana, el que en versos que tituló “Virgen María” cuando iba por los caminos del mundo gritando el dolor de Cuba, dirigió a la Virgen este ruego vehemente:
“Madre mía de mi vida y de mi alma,
Dulce Flor encendida,
Resplandeciente y amorosa gasa
Que mi espíritu abriga”.
“Mata en mi la zozobra
Y entre la sombra de mi alma brilla….
!El peregrino muera!
!Que la Patria no gima”.
En una clara mañana de septiembre, los Veteranos de nuestras guerras, portando una bandera cubana que quisieron ofrendarle a la Virgen, se dirigieron a la Villa del Cobre. Más de dos mil mambises, a caballo, como en los días heroicos, con seis Generales de la epopeya al frente, marcharon hacia el Santuario. Allí se reunieron Generales, Coroneles, Comandantes, Capitanes, Soldados todos del Ejército Libertador; y con ellos el Pueblo. “La Patria cubana–dijo el ilustre orador Manuel García Bernal–ha nacido al calor de vuestra devoción a la Virgen de la Caridad”.
Y después, el General Tomas Padro Griñán, dio lectura al documento que los Veteranos de las Guerras de Independencia de Cuba dirigían al Papa, Jefe Supremo de la Santa Iglesia Católica. La voz del Alma Mambisa resonó en aquellos instantes y sus ecos vibraran por siempre en el alma de Cuba.
Y a nombre del Ejército Libertador y el Pueblo de Cuba se dirigió al Sumo Pontífice Benedicto XV:
“No pudieron, Santísimo padre, ni los azares de la guerra, ni los trabajos para librar nuestra subsistencia, apagar la fe y el amor que nuestro pueblo católico profesa a esa virgen venerada, y–antes al contrario–en el fragor de los combates y en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro, como rocío consolador para nuestras almas, la visión de esa Virgen bendita, cubana por excelencia, cubana por el origen de su secular devoción, y cubana porque así la amaron nuestras madres inolvidables, así la bendicen nuestras amantes esposas, y así la han proclamado nuestros soldados, orando todos ante Ella para la consecución de la victoria y por la paz de nuestros muertos queridos; y acusaría una vergonzosa ingratitud por nuestra parte el que a los beneficios que esa Virgen excelsa nos prodiga, PERMANECIERAMOS INACTIVOS Y MUDOS y no levantáramos nuestra voz ante el Sucesor de San Pedro para que, haciéndose interprete de los sentimientos del pueblo católico de Cuba y de los de su Ejército Libertador que profesan la religión de nuestros antepasados, y usando de las facultades de que se encuentra investido, declare, previos los trámites correspondientes, como PATRONA DE CUBA a la Virgen de la Caridad del Cobre y de fiesta eclesiástica en ella, el día que lleva su Santo Nombre.
A Vuestra Beatitud suplicamos humildemente se sirva acceder benigno a nuestra solicitud
Villa del Cobre, 24 de septiembre de 1915”
El Mayor general Agustín Cebreco, Jefe de los Ayudantes del Titán Maceo, tomó en sus manos la bandera de la estrella solitaria y se la ofrendó a la Virgen de la Caridad, como símbolo de la unión eterna de la Patria Cubana con la Reina del Cielo, en nombre del Ejército Libertador que la aclamaba por “PATRONA DE CUBA”.
Después de la guerra de independencia, los veteranos pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. En documento firmado el día 10 de Mayo de 1916 por el Cardenal Obispo de Hostia, Su Santidad Benedicto XV accedió a la petición, declarando a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona Principal de la República de Cuba y fijando su festividad el 8 de Septiembre.
Unos años más tarde, el Papa Pío XI autorizó la coronación canónica de la sagrada imagen. Es en la mañana del 20 de diciembre de 1936, cuando se realizó la coronación por el entonces obispo de Santiago de Cuba, Monseñor Valentín Zubizarreta.
El Papa Pablo VI envió el 30 de diciembre de 1977 como delegado suyo, al cardenal Bernardín Gantín, portador de la Bula Papal, por la que se proclamó Basílica Menor al hasta entonces Santuario Nacional.
Durante los meses de preparación para la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, diez imágenes peregrinas de la Virgen de la Caridad recorrieron las distintas diócesis del país con gran entusiasmo y devoción del pueblo que la acompañó y protegió en los recorridos.
La Virgen de la Caridad fue coronada por S.S. Juan Pablo II como Reina y Patrona de Cuba el sábado 24 de Enero de 1998, durante la Santa Misa que celebró en su visita apostólica a Santiago de Cuba.
LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE EN EL EXILIO
Los cubanos del exilio, habiendo sufrido enormemente por la separación o muertes en sus familias, por la distancia de la Patria y de todo lo que tenían, se preparaban para la primera celebración de la Fiesta de la Virgen de la Caridad en el exilio. Por eso deseaban tener una imagen adecuada de la Virgen.
Providencialmente, el mismo 8 de septiembre, de 1961, mientras ya miles se reunían en el Estadio de Miami para celebrar la Misa, llegó al aeropuerto de esta ciudad la imagen de la Virgen de la Caridad procedente de Cuba. Era la imagen de la Parroquia de Guanabo en la Arquidiócesis de la Habana. Había sido asilada en la embajada de Italia y pasada por la Encargada de Negocios de Panamá a su embajada por petición de los cubanos. Aquella celebración de profunda emoción, presidida por el Arzobispo de Miami, se hizo una tradición que continúa hasta el día de hoy.
Después de la primera celebración, la Virgen comenzó un recorrido de los campamentos para los niños cubanos exilados que se encontraban sin sus padres. La Arquidiócesis de Miami acogió y cuidó de catorce mil niños en aquellos primeros años de exilio.
Los cubanos se organizaron para construir una Ermita a la Virgen de la Caridad en el exilio. La primera piedra de la capilla provisional se puso el 20 de mayo, de 1967 y se celebró la Santa Misa.
El 21 de mayo, de 1968 el Arzobispo Carrol de Miami, ordena la fundación de la Cofradía de la Virgen de la Caridad para reunir a los devotos para honrar a la Virgen y con ella evangelizar. En el mismo año comenzaron las peregrinaciones de los 126 municipios de Cuba que han continuado organizadamente desde entonces.
El 2 de diciembre, de 1971 se dedicó la Ermita de la Virgen de la Caridad. Presidió el cardenal Kroll, Arzobispo de Philadelfia, entonces presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, con la presencia del Arzobispo Carroll de Miami y los obispos Boza Masvidal (exilado de Cuba) y Gracida.
En septiembre de 1987, al visitar el Santo Padre Juan Pablo II a Miami, la imagen de la Virgen de la Caridad se trasladó a la residencia del Arzobispo McCarthy para presidir la Capilla privada del Santo Padre. El Papa, en su homilía, hizo mención de la Virgen de la Caridad.
Miami cuenta con ciudadanos de todos los países hispanos. Desde los años 80, además de los municipios cubanos, peregrinan también a la ermita de la Virgen de la Caridad de forma organizada, todos los países hermanos de la hispanidad durante el mes de octubre.
El Arzobispo McCarthy, el 14 de mayo, de 1994 consagró solemnemente el altar de la Ermita que debajo guarda visiblemente la primera piedra. Esta piedra contiene tierra de las distintas provincias de Cuba que se fundieron con agua que llegó en una balsa en la cual perecieron los quince tripulantes que buscaban escapar de Cuba.
La Ermita fue ampliada y se añadió una preciosa capilla del Santísimo que fue bendecida por el Arzobispo de Miami, Juan C. Favalora el 21 de mayo, fiesta de la Ascensión del Señor. En la Santa Misa que el Arzobispo celebró ese día en la ermita, elevo la cofradía a Archicofradía de Nuestra Señora de la Caridad.
Los devotos de la Virgen han logrado propagar no solo la devoción a la Virgen de la Caridad, sino hacer de la Ermita un centro de evangelización de irradiación mundial. El instrumento principal de la Virgen para la obra de la Ermita ha sido desde el principio Monseñor Agustín Román, hoy obispo auxiliar de Miami, siempre ayudado por las Hermanas de la Caridad que ministran en la Ermita y la Archicofradía.
Este 8 de septiembre los cubanos donde quiera que nos encontremos recordaremos y honraremos a nuestra Patrona, pidiéndole nos abra el camino para liberar a nuestra Patria de las tinieblas. Este es un tiempo de prueba para Cuba;
¡Salve Reina!, ¡Salve Virgen de la Caridad del Cobre!.
“¡Que la Caridad del Cobre nos ilumine!
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