Todo el que deja de hacer lo que es capaz de hacer, peca.

Hay que seguir nuestro apostolado. es necesario continuar curando las heridas de la humanidad, las heridas que la maldad infiere. debemos preservar a todos nuestros Hermanos de la ola devastadora de la incomprensión y de las malas costumbres.

Cortemos las alas al derrotismo. Es preciso seguir sembrando. Hay que multiplicar los entusiasmos, sostener nuestra fe fraternal, y acrecentar nuestra esperanza y nuestro amor.

La Orden Caballero de la Luz que simboliza este ideal, tiene la paternidad espiritual de un visionario, de un hombre que forjó su alma en la fragua del sacrificio y del dolor, siguiendo los impulsos de anhelos, que, con fuerza avasalladora, existían en su ansia de alcanzar para su Patria, esa preciosa libertad.

Al fijar sus rumbos, la Orden se ha impuesto un deber, que alcanza a cada uno de nosotros, el de practicar y difundir las doctrinas del Sabio Maestro, y perpetuar su memoria y la de nuestro fundador.

Los fundamentos y fines en que descansa la bella superestructura de nuestra Orden, en su contenido estético, moral y humano, son expresiones de sentimientos puros, que valoran en grado sumo su propio espíritu institucional, y al constituir en su esencia su propia naturaleza, definen, en parte, al Caballero de la Luz y a la Sacerdotisa del Hogar…en cuyo seno viven…en cuyo medio respiran.

Su completa definición estará en el acatamiento incondicional, y en la observancia que adopten frente a estos principios que comprenden en sustancia, todo el valor moral de la conducta de nuestro Mentor y Guía, y en la reverencia, en el engrandecimiento de su propia conducta, a la figura, venerada y venerable, de un hombre providencial: JOSE GONZALEZ CURBELO.

El Caballero de la Luz lo llega a ser, porque siente una inquietud en su alma, un deseo vehemente en su conciencia, un latir en su corazón, un ansia en todo su ser, de vivir en paz, en armonía, en el amor que inspira nuestra Orden, en su estructura, en su basamento y en su finalidad.

No hace falta mucho esfuerzo investigativo e intelectual para enseguida detectar en nuestras liturgias y propósitos, que nuestros fundadores dieron a la Orden el contenido y la fuerza necesarios para su inmortalidad, al vincularla con la figura excelsa y única de Don José de la Luz y Caballero, dándole a la vez matices y características que plasmaban definitivamente su propio carácter, con lo que garantizaban su vigencia y universalidad.

El trabajo litúrgico llevado a cabo con celo, limpieza, solemnidad y desenvoltura, en el cual se contempla como telón de fondo, que da belleza y esplendor a la escena, la eminentemente necesaria instrucción doctrinal; la realización de los Seminarios, son formas variadas de la acción, de la práctica ascendente de la vida fraternal.

La acción, que no es otra cosa que, el acto de hacer, promueve, estimula y eleva al ser institucional o Logia, hacia planos superiores, en beneficio de la óptima supervivencia de la Orden Caballero de la Luz.

Hay que marchar con paso sereno, seguro y acompasado, por la senda de la acción, noble, útil y generosa. El ideal de fraternidad que sustentamos, lo demanda. Y los Aforismos deberán ser nuestros guías en el sendero por el que marcharemos en pos de nuestro futuro.

Innovar, a la manera de enfrentarnos a la rutina, debe ser característica en razón a que la vida, en cada minuto nos presenta una cara diferente.

La monotonía es un estado agónico precursor de la muerte en vida. De esto debe estar consciente el que preside una Gran Logia o una Logia, cualquiera que sea su jerarquía, a fin de animar dentro de la comunidad fraternal, toda idea nueva que tienda a mantener y despertar nuestras filas.

Al hablar de fraternidad debemos situarla como norma de conducta y de principios, por encima de las pasiones. Como sed de justicia, porque fraternidad es abrazar, estimular y defender las causas justas de la humanidad; que son aquellas que contribuyen a la felicidad, la unión, la estabilidad, la tolerancia y la comprensión entre los seres humanos, hasta que logremos la Hermandad Universal que afanosamente predicamos y buscamos en nuestros Templos.

En la Orden Caballero de la Luz concurren situaciones, en sus orígenes y en su evolución, que la distinguen de las otras Instituciones, dándole carácter y personalidad propios, y sobre todo, porque surgió al calor y con el espíritu de tenaz aspiración de independencia, que fijan aristas únicas que la identifican alineadas a las más genuinas tradiciones de patriotismo y cultura.

He ahí los elementos catalizadores de la conducta, que debe buscar y encontrar el miembro, que le servirán como basamento para levantar el edificio de su cultura institucional, de su doctrina, que fortalecerá su fe en la Orden, y su convencimiento de que el camino del Ideal escogido, hará de él o de ella, un Hombre o una Mujer Excelente, un Hombre o una Mujer Diferente, por haber trascendido el nivel de la mediocridad.

Debemos buscar las raíces, los orígenes, las circunstancias y los hombres que la crearon…y sus ideales.

He ahí el propósito de nuestras Logias de Pasados Jefes y del Seminario “Luz y Caballero”: despertar el interés por estas cuestiones, estimular el intelecto de los creadores, para que, con su esfuerzo, aumenten el acerbo cultural, que tanto nos hace falta, sembrando en nuestra mente, la semilla de la sapiencia; y a la vez, sacudir el estatismo, la monotonía y conformismo, que observamos en algunas Logias y Hermanos; que no se salen de los capítulos del ritual. Mal que debemos combatir porque es una amenaza cierta y fatal, pudiéndose encontrar la fuente de inspiración, en la vida, conducta y obra de Don José de la Luz y Caballero.

La doctrina para nuestra Orden, es tan necesaria como la levadura para el pan.

Sin la doctrina nuestras sesiones lucen monótonas, vacías, carentes del contenido filosófico que a ellas debe caracterizar, para diferenciarlas de cualquier otro tipo de reunión.

En la doctrina va el mensaje de amor, de unión, de solidaridad, de paz y de confraternidad que nuestro sano ideal demanda.

El campo doctrinario de Luz y Caballero es vasto, dilatado y tan accesible, que, sin el menor esfuerzo, podemos transitar por él, en el instante deseado.

Si en otros lugares de otras características, ya sean artísticas, científicas o técnicas, imperan los recursos de la mente; en nuestra Institución  priman los recursos de la voluntad y es por esta razón que para realizar la función de Luminar Pasado, de Sacerdotisa Jefa Pasada, de Seminarista o de adoctrinador fraternal, basta tener la escala de valores de que hemos hablado anteriormente, y el deseo de hacerlo; ya que los medios están al alcance de todos y mucho más a  la altura de los Pasados Jefes, que han tenido un año para adquirir madurez a través del cargo de Luminar o de Sacerdotisa Jefa.

Esta hora es de lucha, pero de lucha ardorosa… lucha por la vigencia de nuestros fundamentales principios. En esta vida moderna, sin tiempo, tenemos que desarrollar un sexto sentido, lleno de prudencia, de lealtad y de amor.

No cabe la menor duda de que nuestra centenaria Orden, es un conjunto de mujeres y de hombres que se pueden unir fuertemente, por ese lazo fraternal, cubierto de cariño que los identifica.

Todos debemos abrir nuestros corazones al mundo, para sembrar amor donde haya odio…para sembrar perdón donde haya ofensa…para sembrar esperanza donde haya duda…para sembrar alegría donde haya tristeza.

Debemos consolar para ser consolados…debemos ser leales para recibir lealtad…respetar para ser respetados…comprender para ser comprendidos…porque dando es como recibimos. No hagamos a los demás, lo que no deseamos nos hagan a nosotros.

Las Logias tienen que convertirse en verdaderos centros de enseñanza para el espíritu, donde cada uno resulte ser un educador de otro, ya que ninguna existencia fraternal transcurre en forma inadvertida, sin crear influencia sobre el medio que le rodea.

La voluntad es una de esas potencias del alma, responsable de manera muy directa de las manifestaciones del proceder. Canalizar esa potencia por los cauces normativos a la finalidad de que rinda una función de mejoramiento individual, resulta ser insoslayable.

La atención a la voluntad debe ser esencial en la formación del cubano del futuro.

Hay que educar al individuo, enseñarle a disciplinar su voluntad, y concertar sus actividades para que sea un elemento útil, un miembro sano y vigoroso de la sociedad fraternal a que aspiramos.

Saludable y vigoroso, no solo en su conformación muscular; saludable y fuerte, también en las fuerzas internas que lo animan, en su fe como ciudadano, en su voluntad, en su escala de valores; que hace aptos a los hombres y mujeres para realizar las más grandes empresas.

Ni el amor a la verdad, ni aún el amor a la justicia, bastan para que un sistema de educación, obtenga del hombre lo que ha de hacer del hombre, si al par de estos santos amores, no desenvuelve la noción del derecho y del deber.

La del derecho para hacerle conocer y practicar la libertad…la del deber para extender prácticamente los principios naturales de la moral, desde el ciudadano hasta la Patria…, desde la Patria obtenida hasta la pensada…desde los hermanos en la Patria, a los hermanos en la Humanidad.

La presencia de una decisión y de un esfuerzo es característica de un acto de voluntad. Y de la doctrina del odio, nuestro pueblo, a partir de la educación en todas partes, tiene que pasar a la doctrina del amor.

La conciencia de la voluntad se manifiesta, por lo tanto, como conciencia de libertad. Precisamente en esa conciencia de libertad se centra el problema de la voluntad desde el punto de vista ético.

La libertad constituye el atributo más preciado que el Sublime Luminar del Universo ha otorgado al ser humano, y está determinado por la facultad de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que define al hombre y a la mujer, como responsables de sus actos.

La libertad significa una total independencia…La independencia es condición de esencia de vida. Todo hombre es una fiera dormida. Es necesario poner riendas a la fiera. Y el hombre es una fiera admirable que le es dado llevar sus propias riendas.

El alcance de la educación envuelve el concepto o la idea de lo físico, de lo intelectual y de lo moral, y como las complejidades de la vida impiden, destruyen y anulan su total y completa realización, nosotros abogamos por una educación integral para el cubano en libertad.

La educación física e intelectual favorece al individuo y a su medio, produce cuerpos y mentes, sanos y fuertes, pero estas carecen del verdadero valor, si no van acompañadas por un desarrollo adecuado, mediante la educación de las fuerzas íntimas del ser, en mérito a la escala de valores…a la moral; base o fundamento de la armonía en las relaciones humanas.

La prensa hablada, escrita, televisada y computadorizada debe, sin merma de su libertad, estar integrada a la educación de la sociedad cubana del futuro.

“Educar, decía Luz y Caballero, no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para la vida”.

Templar el alma…sensibilizarla…moderar…sosegar…reprimir las corrientes imperiosas que fluyen con violencia incontenible de las entrañas de nuestro propio ser.

Templar, es armonizar los sonidos discordes de nuestras propias potencias íntimas. Aún más discordes en la sociedad castrista de nuestra Cuba de hoy.

Educar, no es doctorar, no es proporcionar al individuo un rosario interminable, a veces, de conocimientos, que fortalezcan su mente, y le sirvan únicamente para satisfacer su vanidad, y para arbitrarse los recursos que le permitan resolver, con menos dificultades las exigencias que su materializado espíritu demanda.

Educar, debe ser, un medio eficaz para corregir nuestros hábitos, normar nuestras costumbres, y enseñarnos el camino del deber y de la justicia…en fin, aportar a nuestro espíritu una postura serena y reflexiva que nos permita, a cada instante, distinguir lo bueno y lo malo de la vida.

Lo más grande de Luz y Caballero, es el hombre mismo. Más que su dominio de las lenguas antiguas y modernas, más que su extenso saber científico, atrajo y atrae, su santidad laica, el aliento inconfundible de su personalidad llena de preocupación cubana.

Preocupación por la juventud, por las instituciones y por el rumbo que iba a seguir la conciencia del país. Y esa debe ser la preocupación actual de la Orden Caballero de la Luz.

Esas inquietudes de puro contenido espiritual y de hondo sentido moral, primaban en el corazón y en la mente del ilustre educador cubano, cuyo pensamiento, aún vive, sirve de base a nuestra Institución fraternal, y puede servir de base y sostén a la sociedad cubana del siglo XXI.

A nuestra Orden le corresponde la gloria de haber contribuido a la independencia de Cuba, Nuestra Orden es la más antigua de todas las instituciones cubanas, con continuidad y vida. Ese mérito y esa historia obligan a todos sus miembros a proyectarse hacia el futuro.

Nuestros hermanos de los dos pasados siglos, vivieron atados al amor a Cuba y a la fraternidad humana. Nosotros consideramos un deber ineludible e irrevocable responder en forma vertical a la posición asumida por ellos, manteniendo encendida la antorcha de la libertad que ellos prendieron.

Esta lucha es por cada generación que nos precedió, es por nuestros hijos, por nuestros nietos, por nuestra alma, porque podamos morir teniendo patria.

Cuba necesita del esfuerzo y la cooperación de todos sus hijos; necesita de todos los cubanos.

El problema cubano no es solo problema político y económico; es más hondo y trascendente. Es problema de valores espirituales y morales. Quitar a los hombres de hoy para poner a otros; quitar un régimen económico y político para sustituirlo por otro parecido, no es cambiar de posición las cosas.

En Cuba lo que hay que cambiar radicalmente no es solo la política y la economía sino las ideas…y los sentimientos. Si estos no se renuevan, triste será el destino.

La vida vale mucho más para darla solamente por cosas materiales. Si en una balanza pusiéramos todas las tierras, las casas y el dinero que nos quitaron. Y en otra, toda la sangre y los muertos que ha puesto, y sigue poniendo el pueblo cubano; esos muertos que han dado sus vidas sin pedir nada a cambio, se vería qué injusta es la lucha que solo lleva ambición y avaricia.

Cuba quiere algo más noble y elevado, quiere concordia, fraternidad, religión, familia, quiere honestidad y sinceridad. Cuba quiere el bien general, que en definitiva es el bien para todos los cubanos.

Y la nueva Cuba tendrá que contemplar y resolver el inevitable encuentro de las nuevas generaciones. Tremenda tarea que necesitará del esfuerzo de todos.

Y la Orden no se podrá hundir nuevamente en la filosofía de brazos cruzados que difundió en los 57 años de República; los miembros de la Orden y los de otras Instituciones Fraternales tendremos que despertar y reanimar; agruparnos como ciudadanos en una fórmula que indique el camino hacia una sociedad más fraternal y justa. Fórmula que en lo político programe la sociedad del futuro, rescatando nuestra civilización y la economía.

Los hombres y mujeres de fraternidad somos los más organizados, los más disciplinados, y los que hemos mantenido nuestras mentalidades más cerca de los principios democráticos.

La asistencia a nuestros Templos y a las iglesias ha aumentado. Allí se está trabajando muy duro, bajo condiciones difíciles y casi sin recursos.

Ellos y nosotros seremos capaces de echar a Cuba adelante. Como discípulos de Don Pepe debemos mantener presente que una cosa es la instrucción y otra la educación. La primera informa y adiestra. La segunda forma y crea carácter. Esa es nuestra futura obligación.

Los miembros de la Orden decimos presentes en esta hora crucial en defensa de nuestra nacionalidad.

Nos proponemos demostrar que el capital privado puede ponerse en función social, logrando un equilibrio fraternal entre todas las fuerzas productivas de nuestra Nación.

No descansaremos, como fieles discípulos de Don Pepe, en la lucha, con el esfuerzo común de todo el pueblo, para garantizar la enseñanza secundaria y universitaria, con el fin de convertir a Cuba en una Nación pacífica, con un alto nivel intelectual; sin que para poder adquirir una carrera, sea necesario contar con una fuerte suma de dinero o un carnet sectario o partidista.

Creemos en el mejoramiento humano, que fundamenta nuestra acción por el bien, y nuestro apoyo a la cultura, a la educación y al derecho inalienable del hombre, de asociarse libremente según su afinidad.

Nuestra meta es el logro de la justicia, tanto individual como colectiva.

Vivimos seguros de que el sufragio universal es la única herramienta y arma que debe usarse para efectuar cambios, restablecida ya nuestra República. La consulta a las urnas periódicamente, es la opinión, la voluntad y el deseo de la soberanía popular cubana.

Quien quiera patria feliz, forme familias felices. Quien quiera una patria unida, forme familias unidas. Se hace patria fortaleciendo a la familia. Ese es el primer paso del patriotismo.

Es urgente que el exilio actúe de común acuerdo, para no vernos sorprendidos por los acontecimientos. La acción colectiva de los cubanos requiere en esta hora crucial, pocos puntos de consenso.

Hay que seguir alentando la creación de organizaciones no gubernamentales de membresías amplias y creciente.

Los exiliados debemos librar una intensa campaña de amplia participación, coordinada con la resistencia interna.

El problema de Cuba no es el diferendo de Estados Unidos con los Castro, sino el abismo irreparable que hace mucho tiempo existe entre los Castro y los cubanos.

Sus dirigentes trazarán el derrotero hacia el logro de una Orden Caballero de la Luz, muy junta, dispuesta a ser base y sustento, luz y sudor de la reconstrucción de la Patria que amamos, y defendemos con tanta devoción.

Debe llevarse a cabo una gran labor de orientación. El futuro es: la reconstrucción institucional y la conjunción de todos los factores, reunidos en una Alianza Fraternal; juntos bajo un mismo techo simbólico, en una asamblea gigante; tomando como base posible de discusión todas las leyes en vigor, y haciendo hasta lo imposible por reconstruir, sin exclusiones, y con mucho respeto para cada parte, indicaremos el camino, seremos UNA SOLA ORDEN.

No dejemos que otros equivoquen el camino, sigamos por la senda de González Curbelo, y lograremos construir y proteger esta senda magnífica de amor y hermandad que es la Orden Caballero de la Luz, a la que, en el presente, nos es obligado proteger con un gran sacrificio de cada uno de nosotros.

Hay que empezar a trabajar. Que los hombres y mujeres de fraternidad, y los que anhelan una Cuba libre, soberana, justa, democrática e independiente se unan, digna y patrióticamente para convertir nuestro sueño en realidad. Adelante mambises.

Entonces…podremos decir al unísono:

“Bienaventurados los que conocen las señales de los tiempos y las siguen”.

GLP:. Jorge Portuondo Jorge

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    Javier

    Excelente

    Aunque nada cambie si yo cambio todo cambia decía con acierto Honoré de Balzac

    abril 13, 2023

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