RAZON DE ESTE MENSAJE:
Una característica de la Orden caballero de la Luz en estos últimos años, ha sido la del retorno a sus filas de una buena porción de hermanos y hermanas que la habían (por diversos motivos) abandonado algunos años atrás, anhelantes ahora por una reconciliación, pero también es notorio destacar la incorporación de numerosas personas que nuca antes pertenecieron ni a esta Institución ni a otra semejante y que ahora buscan el complemento generoso a ese llamado natural que provoca el descubrimiento profundo de las necesidades del espíritu, esto sin dudas a sido un factor determinante en el crecimiento espontáneo en nuestras filas de nuevos hermanos y hermanas de ellos jóvenes la inmensa mayoría, de aquí la apremiante responsabilidad de la Logia para con la formación, instrucción y ajustes necesarios en la nueva ética de vida que a de marcar pautas en estos nuevos hermanos y hermanas siempre a través en primera e importantísima instancia, del grado de DISCIPULO.
Lo más sobresaliente de los nuevos grupos constitutivos es su anhelo por ser y hacer, como si estuvieran ansiosos por ganar el tiempo perdido. Y lo más sobresaliente de las Logias en general es que en su mayoría no han vertebrado un programa que tenga en cuenta esta nueva etapa en la vida fraternal de la Orden Caballero de la Luz, nueva únicamente porque se produce ahora, repentinamente, pero en verdad su planteamiento y su desarrollo tienen hoy más de un siglo de experimentación y frutos abundantes: desde el comienzo mismo de la Orden Caballero de la Luz. De aquí la razón de este mensaje que presentamos con humildad y para bienes a los hermanos todos.
Es verdad que en cada logia local hay siempre muchas cosas por hacer, en las que todos debemos colaborar, pero hay tareas que requieren talentos especiales, los que hay que descubrir y adiestrar: el ejercicio de la vida fraternal, de las enseñanzas e instrucciones, del aprendizaje profundo del saber litúrgico de la Orden, de los estudios místicos, esotéricos y exotéricos, de la música, de la administración, de la visitación, de los trabajos de oficina, de actividades recreativas, de publicaciones, de interés social y otras, son algunas que se me ocurre sugerir.
Cada Logia tiene también sus dones especiales, sus funciones propias dentro del inmenso cuerpo de la Orden, tanto las logias locales como las denominaciones institucionales, unidas en la misma filosofía, tienen a la vez sus énfasis propios, sus tradiciones, su cultura histórica: las que conforman sin dudas sus modos de accionar litúrgico, sus enseñanzas, sus estilos para obrar y sus formas de gobierno también. Cada logia local debe comprender que ella tiene una contribución peculiar que ofrecer a su comunidad y a su nación, y que su deber es mantenerla alimentada, viva, pura, como su ofrenda al gran crisol de la cultura universal. Y aquellos que pretendan ser parte de esta honorable institución mediante su libre elección y por medio de sacro compromiso y su confesión de fe, deberán para madurar y crecer dentro de ella, defenderla en su integridad y con su testimonio de vida, profesando a la vez un profundo respeto por las denominaciones e instituciones hermanas. Cada Orden, Logia, y Hombre debe proclamar las grandes afirmaciones que gestaron su creación, los grandes planteamientos históricos que propiciaron su inserción en el cuerpo universal de la FRATERNIDAD, para gloria de Dios, del hombre y a la memoria de nuestro sabio Maestro.
Cuando Jesús se despidió de sus discípulos les dio esta encomienda: haced Discípulos…enseñándoles (Mt 28, 19-20), y esto no es más que una parte en el trascendente y continuo fluir didáctico que consiste en aprender de otros para enseñar a otros. Así han sido millones los que se han dispuesto primeramente a hacer discípulos y someterse a una disciplina de aprendizaje en un proceso de crecimiento y maduración en el conocimiento, para después convertirse en verdaderos instructores. Esto significa, en primer lugar, que nadie debe creerse suficientemente sabio, como para no tener que someterse a la disciplina del aprendizaje.
En realidad, el más sabio es el que está siempre en disposición de aprender de otros, la actitud correcta es la que nos muestra la realidad de que jamás debemos sentirnos en ese punto arbitrario de completa satisfacción con nosotros mismos (solo en la tumba descansa el verdadero Caballero de la Luz), y este ejercicio es el que realmente nos hace crecer y madurar cada vez con más fe, en el conocimiento y en la habilidad para usar los dones que la vida nos ha confiado. Esto significa también que toda la Orden, como institución y como parte de una comunidad local, debe organizar un serio y cada vez más eficiente programa para el adiestramiento en el grado de Discípulo, en el cual puedan avanzar hasta haber podido desarrollar sus dones al punto de poder servir a otros con lo que saben y desde lo que saben, mediante un entrenamiento regular y ordenado.
Debe primar un sentimiento mutuo entre los DISCIPULOS, mientras reciben su adiestramiento, el reconocimiento y el respeto a los dones de los otros y la práctica de su vocación u habilidad para la cual cada uno ha sido dotado, que haya humildad y mansedumbre, paciencia y apoyo mutuo, unidad y paz. La meta debe ser esta: debemos crecer en todo hacia nuestro sabio maestro, que es la cabeza del cuerpo. Y por este nexo el cuerpo entero se ajusta y se liga bien mediante la unión entre sí de todas sus partes, porque cuando cada parte funciona bien, todo pues, va creciendo y desarrollándose en amor.
L.P:. Javier Alvarez Rodríguez
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