La práctica de la meditación consiste simplemente en entrenar nuestro estado de ser para que mente y cuerpo puedan estar sincronizados. El ejercicio de la meditación nos ayuda a aprender a actuar sin engaño ni fraude, a ser totalmente auténticos y a estar totalmente vivos.

Reconocer el miedo no es causa de depresión o desánimo. Porque poseemos el miedo, también potencialmente tenemos derecho a la vivencia de la intrepidez. No consiste en reducir el miedo, sino en trascenderlo.

Examinar: nerviosismo, angustia, preocupación, etc. Si profundizamos, lo primero que encontramos es tristeza. Cuando nos relajamos y aceptamos nuestro miedo, nos encontramos con la tristeza que es tranquila y dulce. La tristeza nos hiere en el corazón, y en el cuerpo responde  con una lágrima. Cuando nuestros ojos  están a punto de deshacerse en lluvia o en una cascada, nos sentimos tristes y solos. Es el primer asomo de la intrepidez, y la primera señal de un auténtico espíritu.

Cuando la sensibilidad evoluciona en esta dirección uno puede verdaderamente apreciar el mundo que le rodea.

Uno es tan sensible y está tan abierto que no puede dejar de percibir lo que sucede a su alrededor. No tener dudas es confiar en el corazón, confiar en sí mismo. Cuando la mente y el cuerpo están sincronizados, a uno ya no le quedan dudas. Este proceso tiene dos etapas, a las que podríamos llamar el mirar y el ver. También podríamos hablar del escuchar y oír, o de tocar y luego sentir.

La emoción intensa, la pasión, no tienen lenguaje; el primer destello es demasiado intenso. En cambio cuando sentimos que podemos relajarnos y percibir tranquilamente, nuestra visión puede expandirse, podemos ver en el acto de una manera despierta, somos capaces de reaccionar de manera certera y directa, podemos ser absolutamente precisos. Este descubrimiento es el primer síntoma de lo que llamamos el despertar del Sol. Este Sol es un sol naciente, más que un sol poniente, de manera que representa el despertar humano.

La sincronización de mente y cuerpo trae consigo este despertar. El camino del Sol se basa en la visión de que en este mundo hay una fuente natural de resplandor y brillo, que se concreta en la celebración de la vida, y en el disfrutar de los acontecimientos. Se trata de enfocar y ver la vida como un proceso natural, de armonizarse con el orden espontáneo que existe en el mundo.

Se trata de, que tenemos   que  construir nuestra vida y moldearla en el conjunto de los que nos rodean. Hay que lograr que el entusiasmo llene los corazones, y la envidia se aparte de los corazones. Que el orden en los Templos se mantenga, que la fraternidad prime sobre los aparentes rencores. Que el amor fraternal sea la consigna de cada uno.

Lo contrario de la Luz es la oscuridad, uno a veces prefiere esconderse en sus cavernas y selvas personales. Si uno se da cuenta de que se está escondiendo en la oscuridad, quisiera encender todas las luces posibles. En realidad no las enciende, sino simplemente está abriendo más los ojos, buscando sin cesar la luz más brillante. Sin embargo, es necesario recordar la oscuridad para ver el contraste con el lugar donde se proviene.

El miembro ha tenido forzosamente que sentirse solo y triste en algún momento, por ello es sensible en todos los aspectos. Gracias a esta sensibilidad podemos persistir en el cultivo de nuestra disciplina, y comenzamos a aprender lo que significa la Orden Caballero de la Luz, como academia de ciudadanos, como Templo de virtudes, como trinchera de combate, como heredera fiel de los que nos dieron la República de Cuba. Porque ella, como lo fue en 1895 y 1902 es cantera  de libertad, justicia e independencia.

 

GLP:. Jorge Sanchez Montalvo.

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