Cuando un miembro no habla de su mensaje, es señal de que no está muy convencido de la importancia de los principios abrazados, y por eso cree que el tema o no interesa o molesta a los demás.

No se trata de que siempre estemos hablando del Sublime Luminar del Universo, del rescate, y de la mística, tal vez aburriendo más que entusiasmando. Se trata de que, estando llenos de esa gran energía que llamamos DIOS, se nos escape insensiblemente por los poros, por aquello de que “de lo que hay en el corazón habla la lengua”.

Se trata de que llevándole en el alma, si no lo revelan nuestras palabras, le descubran, al menos, nuestras obras.

Se trata de decir la verdad oportuna, en el momento adecuado, y de vivir nuestra verdad las 24 horas del día, porque para esto cualquier momento es adecuado.

Lo más importante, en este instante, es que la formación y crecimiento de nuestra Institución depende en gran medida, de la forma que recibamos a los hermanos que van integrándose a nuestras filas.

Muchas veces nos quejamos de que hay pocos ingresos y muchas bajas, de que nuestras columnas no se amplían, pero no nos damos cuenta de que nosotros somos un obstáculo para ello, debido a que naufragamos una y otra vez ante nuestra capacidad para gestionar nuestra propia autodeterminacion.

¿Y cómo debemos o podemos obtener un resultado a la altura de nuestros mas caros anhelos?

Abriendo nuestro corazón a los demás, sin mostrar reservas de ningún tipo. Interesándonos sinceramente en todos los que nos rodean. Amigándonos. Convirtiendo nuestras sesiones en un refugio verdadero, objeto de animación y de vida fraternal, y haciendo que nuestros Templos se aireen, y se trasmuten en locales más abiertos.

Respetando la personalidad de cada uno, conscientes de que todos nos necesitamos mutuamente, y a su vez, tenemos valores que nos pueden enriquecer.

La fe es un compromiso personal. Tú lo sabes. No la puedes  imponer a nadie, como a ti nadie te puede imponer sus ideas; pero si tú y yo vivimos de verdad nuestros principios, fines y fundamentos, seremos comunicativos en nuestra fe fraternal. Y dejaremos atrás: miedo y acomodamiento, para revalorizar con fervor, alegría y esperanza.

¿Qué eficacia tendría la energía “escondida” de nuestros valores, capaz de sacudir profundamente la conciencia del hombre?

¿Hasta dónde, y cómo esta fuerza que revaloriza puede transformar verdaderamente al hombre de hoy?

¿Con qué métodos hay que proclamar la revalorización para que sea eficaz?

Sugiero, por haber llegado con fuerzas hasta aquí, que se revalorice la conciencia, y la alegría de ser hombres y mujeres de fraternidad, la valentía de manifestarlo a los demás, y el deseo íntimo y firme de convertirnos en una familia fraternal. En sentirnos unos a los otros, pecho a pecho.

Tenemos que aunar esfuerzos, caminando juntos, hacia una meta común:

Profundizar en la experiencia gozosa de una vida familiar llena de fraternidad, y que envuelva un cúmulo ingente de posibilidades de restauración moral, de exaltación de lo puro y digno que contiene el alma para reparar al hombre de hoy, herido por el materialismo impuesto.

Algunos hombres, llamados modernos, han desechado todo motivo de superación, y han hecho una moral adecuada a fines raquíticos. Se piensa más en lo particular, he aquí el peligro de nuestra civilización.

Es la hora para que los hombres y mujeres que sientan de verdad latir en sus corazones el instinto de humanidad, se apresten a la tarea, de dar con su ejemplo y con su palabra, el toque de alerta a esta sociedad olvidada del amor, y alejada cada vez más de la fraternidad; es la hora de esa unión santa que hace a los hombres, hombres, y a las almas sinceras, elegidas para el mejor fin de la vida: el cumplimiento del sacratísimo mandato “AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS”.

Y si la realidad que nos rodea nos parece el extremo opuesto a todo esto que decimos y pensamos, tengamos fe en nuestras propias posibilidades, ¿quién ha de ser el atrevido que nos diga que los hombres no pueden moldear su mañana con sus propias manos?

LP:. Javier Alvarez Rodriguez (OCLU)

Soles y Rayos de Oriente No.7

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    Wilmer

    Excelente

    Muy buen Artículo mi hermano. Concuerdo que hacer fraternidad
    no se suscribe al tiempo de las sesiones, o a los predios del templo que nos acoge en Logia. Para lograrlo con eficiencia y con la calidad que se necesita para construir y edificar tanto en los otros, como en nosotros mismos: espíritu, valores y alma, nos es preciso entender, creer y asumir la fraternidad como un estilo de vida desde lo individual. Haciendo de esta manera que las similitudes nos unan y las diferencias nos complementen.

    octubre 31, 2024

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