AÑO NUEVO. Ante nuestros ojos, un nuevo camino nos señala la ruta a seguir. Como en años anteriores, frente a este acontecimiento –antiguo como la vida misma- renacen nuestras esperanzas, nuestro afán de lucha parece acrecentarse, y un vehemente deseo de superación impulsa nuestros actos.
Sepultadas quedan en el olvido nuestras pasadas alegrías, y, ¿Por qué no? Nuestros fracasos y desengaños que acaso hayan hecho vacilar nuestra vieja fe…
Ya lo dijo el poeta: “en cada inicio, nueva ilusión”… Y nosotros, que en el fondo no dejamos de ser poetas, forjamos nuevas quimeras, damos paso a nuestras ilusiones de un porvenir mejor, y, tranquilos, con el alma plena de esperanzas, tornamos a luchar.
El mañana, cual muda interrogación, surge ante nosotros. Y sin embargo, lejos de amilanarnos, reaviva nuestras esperanzas. ¡Qué importa que en la sombra nos acechen decepciones y fingidos fracasos! Hemos de cumplir nuestra misión. El honor está obligado en la empresa que voluntariamente hemos abrazado…
Cesen nuestros empeños y desvelos cuando arribemos al final de nuestra meta. Sólo entonces, ante la realidad tangible de una Orden tal y como la soñaran los beneméritos fundadores de nuestra Institución, ante una Humanidad comprensiva y noble como la soñara Nuestro Sabio Maestro, sólo entonces podremos exclamar: ¡Maestro, tu labor no quedó trunca, ha llegado a feliz término y henos aquí dignos de tu gloria!
Ser al mismo tiempo humanos y razonables, en cantidad tal que no imposibilite nuestra labor, practicar en todo su amplio sentido las santas palabras de “amaos los unos a los otros”, seguir en su progresista e incontenible avance a la sabiduría, sin apartarnos por ello de la razón. He aquí brevemente sintetizados los principios e ideales motivos e inspiración de la noble y altruista labor desarrollada hasta el presente por la “Orden Caballero de la Luz”.
Vivir y amar, lo esencial. Dios puso, con su sapiencia infinita, en cada pequeño motivo de la creación, el sello del amor. ¿Por qué entonces el hombre, en sus locas luchas, siempre impulsado por afanes innobles y egoístas, ha de propender a la destrucción y el exterminio? ¿Nos ha enseñado acaso la experiencia el resultado práctico a que las mismas pueden conducir?
Desterrar de los corazones tales impuros sentimientos, conducir la humanidad por el sendero de paz a que es acreedora, ver en cada semejante un hermano, tales han de ser las razones motivos de nuestras preocupaciones y desvelos.
Es grande la misión que nos hemos impuesto, enorme habrá de parecernos, y sin embargo, habremos de luchar por convertir en feliz realidad lo que acaso constituya para los espíritus apocados y faltos de iniciativa, un sueño de realización imposible…
Mientras no se alcance la plenitud de los tiempos. Mientras haya en el mundo con lágrimas que enjugar, mientras giman los débiles ante la incomprensión de los fuertes, mientras haya necesidades que socorrer, ¡Caballeros de la Luz, su labor no habrá terminado!
GLP:. Manuel Medina (FLUF)
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