Una mirada desde la Orden Caballero de la Luz
La historia de la Orden Caballero de la Luz es, en sí misma, un testimonio de resistencia, idealismo y reforma. Nacida en tiempos donde pensar diferente era un acto de valentía, la Orden encarnó desde sus albores un proyecto emancipador que trascendía lo político y lo religioso: un anhelo profundo de dignidad, equidad y conciencia fraternal.
Pero hoy, más de un siglo después de su fundación, sus columnas simbólicas enfrentan nuevos vientos. Ya no basta con preservar la tradición: el desafío es recrear su sentido en un mundo que ha cambiado radicalmente. De allí nace una pregunta que resuena con fuerza entre sus logias, sus jóvenes y sus patriarcas: ¿cuál es la Orden que necesita el futuro?
La Orden del Futuro no es una ruptura, sino una continuidad lúcida. No es un abandono del legado, sino su evolución más fiel. Es comprender que los valores fundacionales de la Orden—Deber, Honor y Lealtad—no son reliquias, sino semillas. Y como toda semilla, necesitan nueva tierra, nuevos cielos y manos dispuestas a sembrar.
Esta nueva etapa no exige renunciar a símbolos, sino revitalizarlos. El triángulo, las letras, la estrella, las plumas: todo habla, todo vibra si hay quien sepa escuchar. Pero el verdadero símbolo será el Caballero mismo—la Caballeresa misma—cuando actúe con conciencia, cuando transforme su entorno, cuando defienda al débil sin esperar aplausos, cuando estudie y enseñe, cuando viva su pertenencia como un servicio y no como un privilegio.
La Orden del Futuro será plural, crítica, solidaria. No temerá al pensamiento libre, sino que lo alentará. No se atrincherará en lo conocido, sino que abrirá sus puertas a nuevas formas de expresión, a los lenguajes de la juventud, a las voces femeninas, a las realidades de su tiempo. Será profundamente cubana, profundamente latinoamericana, profundamente humana.
En ella convivirán la memoria y la innovación. Se estudiará el pensamiento de Luz y Caballero junto a los avances de la ciencia ética. Se preservarán los rituales, pero también se crearán espacios nuevos para la reflexión, el arte, el debate. La Orden del Futuro será un laboratorio moral, una casa de ideas, un refugio para los que sueñan con un mundo justo.
Y sobre todo, será una escuela. Una escuela para la ciudadanía, para el espíritu, para la acción. Porque la libertad no se hereda, se aprende. Y la Orden, si quiere sobrevivir al olvido y al formalismo, deberá formar generaciones capaces de pensar, sentir y actuar con autenticidad.
No será un camino fácil. Requiere decisión, humildad, visión. Pero está al alcance. Porque la Luz sigue encendida en muchos corazones, y en cada logia hay aún un fuego que puede reavivarse.
La Orden del Futuro no será mañana. Es ahora. Está naciendo en cada taller donde se dialoga con respeto, en cada símbolo que se redescubre, en cada joven que pregunta, en cada mayor que escucha. Porque el futuro no lo dicta el calendario: lo decide el compromiso.
Y como decía uno de nuestros precursores: “Donde hay una idea justa, una voluntad firme y una acción noble, allí comienza la verdadera fraternidad.”
LP.:. JAVIER ALVAREZ RODRIGUEZ (OCLU)
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