…mira las conciencias llenas de ignorancia, de inquietud; postrada la juventud en el sopor del olvido; el pudor casi extinguido, casi muerta la virtud.

José Gonzales Curbelo.

Los dos amaban por encima de todo a la Patria, y por amor a ella, los dos, en años distintos aunque muy cercanos tuvieron que abandonarla. En 1869 Curbelo emigro a los estados Unidos para tratar de ayudar desde fuera a los cubanos que peleaban en la guerra iniciada el 10 de octubre de 1868, por Carlos Manuel de céspedes. En 1871, Martí abandono la Patria amada, deportado por sus ideas y posición política favorables a la Revolución de Yara.

Uno trabaja para sostenerse el y su familia, el otro estudia y trabaja, uno en América y el otro en Europa sueñan por la libertad de la Patria amada, ambos tienen la mirada siempre perdida en el horizonte hacia los lejanos campos de su tierra esclavizada.

Curbelo desde que llega comienza su labor de unir a los cubanos emigrados que añoraban la independencia de la Patria, y concibe la idea de fundar una Institución que hermanaran a todos los compatriotas bajo sus banderas fraternales y en mayo de 1873 quedo fundad la Logia La Luz No. 1, cimiento de la Orden caballero de la Luz, que mantendrá viva el fuego del derecho de los hombres a la libertad. Años más tarde Martí, creador excelso, corazón y cerebro de la emigración cubana dio a este la necesaria unidad y el 10 de abril de 1892 aniversario de la constitución de Guáimaro, fue proclamado el Partido Revolucionario Cubano (PRC), que refundía todas en una las agrupaciones separatistas de Cuba y el extranjero para darle unidad de acción. Martí fue su delegado.

Y al fin, aquellos dos hombres, que tan semejantes son por su corazón generoso y or su ardiente patriotismo, aquellos dos hermanos en ideales se encuentran, se conocen personalmente en ocasión de la visita que hace el delegado del PRC, a Filadelfia.

Fue aquí donde comenzó aquella intima amistad, la estrecha cooperación que hizo de Curbelo el secretario de la Junta Revolucionaria de Filadelfia, aquella amistad entrañable dejo algunas cartas, de ellas son estos párrafos (Gonzales Curbelo: no me felicites por el año, sino por lo que vamos a hacer en el, en este instante mismo…….en que cuanto deseaba sucede y es hecho, me vuelvo a usted como alguien digno de recibir este gozo, y lo abrazo en silencio. Su Martí, enero, 2 de 1894).

Desde el Central Vallery, 29 de abril de 1894, Noble González: aquí esta su cartica sentenciosa, ya escribí a Lucena explicando la equivocación…estoy en el campo, enfermo, disponiendo toda la labor escrita antes de echarme a andar, pero no puedo ocultarle la situación presente… que se sienta de boca en boca la grandeza del momento. Así es usted que honra a quien quiere. Su José Martí.

Antes, nuestro Apóstol había dicho en el periódico Patria, del 20 de agoste de 1892: era de oír como de patriarca la palabra evangélica todo de puro pensamiento del anciano que abalaba, cargado de mis propios defectos y de los demás.

Y para hacer mas semejantes sus vidas Martí y Curbelo siendo hombres de paz empuñaban las armas para libertar a la Patria esclava.

Uno: Curbelo sobrevivió a la lucha independentista vio la república que ayudo a forjar y murió el 7 de julio de 1907, después de ser amputada una pierna que le fue destrozada por las ruedas de una locomotora.

El otro, Martí, no vio la Patria liberada, la Patria que el forjo, murió en plena manigua redentora el día 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos, frente a una columna española como el dijera en sus versos YO SOY BUENO Y COMO BUENO MORIRE DE CARA AL SOL.

Martí reunió tantas cualidades, tantas virtudes cívicas y patrióticas, el hombre dotado de una inteligencia excepcional, el predestinado en fin, que fue tan grande, tan excelso, que el simple hecho de tener algunos de sus muchas virtudes hace grandes a los hombres.

Curbelo, el patriota desconocido, tuvo la suerte gana por sus virtudes de ser amigo muy estimado de el Apóstol, quien al dirigirle esas significativas cartas a que hemos hecho referencia dejo sentados los meritos del FUNDADOR.

Dichosos los pueblos que tiene un Martí, dichosos los hombres que al preparar sus vidas y sus hechos nos hacen recordar al Apóstol, y dichoso los que le conocieron y contaron con su estimación, porque, el (Parco o menudo nunca insincero), solo elogiaba lo que era digno y un elogio suyo es el mayor galardón para el elogiado.

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