HONESTIDAD O HIPOCRESÍA
En el reino de Ts’u vivía un joven llamado Honesto. Su padre robó una oveja, así que él fue a informar de ello al magistrado del pueblo, quien no tardó en arrestar al culpable y castigarlo. El joven Honesto pidió entonces que se le permitiera sufrir la pena en lugar de su padre. cuando ya iba a cumplirla, le dijo al oficial encargado:
– Acaso no fui honesto cuando mi padre robó una oveja y yo denuncié su robo?…
– Acaso no actúe como un hijo que honraba a su padre cuando él iba a ser castigado y yo me ofrecí a reemplazarlo?…
– Si castigas a los honestos, a los que demuestran amor filial, ¿Quién habrá en todo el reino que no merezca castigo?
Ante estas palabras, el magistrado liberó al joven. cuando Confucio escuchó la historia, comentó:
¡¡¡ Que extraño que un hombre venda el nombre de su padre para hacerse una reputación de honesto ¡¡¡ Si eso es honestidad, mejor sería ser deshonesto.
Debemos amar la verdad, pero sin buscar beneficios espurios. Glorificar nuestra devoción en nombre de una verdad abstracta no es un propósito noble, sino un proselitismo vil.
Javier Alvarez Rodríguez
Soles y Rayos de Oriente No. 7
Montevideo, Uruguay
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