Las naciones para forjarse necesitan de educadores y filósofos. El progreso nacional es material y espiritual.

En la Cuba sometida a la dominación española, hubo hombres eminentes que despejaron el camino hacia la libertad.

Uno de esos hombres fue José de la Luz y Caballero, que con una vocación entrañable por la docencia, tuvo el propósito de fundar un colegio en el que pudiera realizar sus ideales pedagógicos.

Luz y Caballero comprendió, desde edad temprana que la educación era esencial para construir la nacionalidad. A lo largo de su existencia hasta su muerte, en 1862, trabajó sin descanso por la causa educativa, alentado por el bello ideal de crear una inquebrantable conciencia ciudadana.

Se distinguió tanto que, después de su muerte, las nuevas generaciones comenzaron a darle el título de Maestro.

Eso fue Don Pepe: un maestro. Sus lecciones sirvieron al noble propósito de educar para ejercer el bien. Le interesaba despertar y mantener los luminosos instintos de convivencia y solidaridad. Sin educación no puede haber pueblos ni naciones.

A un gran maestro como fue José de la Luz y Caballero correspondió iluminar esas fronteras del alma, alentando todo lo que la eleva sobre el turbulento mal de las más elementales pasiones.

Antes, mucho antes, que los heroicos mambises lucharan en la manigua redentora de Cuba, las ideas que se habían sembrado en los combatientes nativos, y les dieron la necesaria fuerza espiritual para empuñar las armas contra la tropa colonial que enviaba el lejano gobierno español.

Si José Martí fue el Apóstol de la Independencia de Cuba; José de la Luz y Caballero fue el Apóstol de la Educación.

Su prédica para el perfeccionamiento del alma nacional sirvió esencialmente a la causa de la libertad. El Sabio Maestro logró con su monumental obra la presencia de otros maestros, cuyos mensajes fueron más allá de las aulas y de los hogares, hasta lograr ciudadanos ejemplares que honraron a la nación cubana.

El pensamiento educativo de Luz y Caballero iluminó el siglo XIX junto al del padre Félix Varela, Rafael María de Mendive y Enrique José Varona. Es la filosofía que construye hombres que van a realizar su propio porvenir, es la verdad de un pueblo que ha luchado con extraordinaria dedicación para lograr la libertad.

Cuando José de la Luz y Caballero proclamó que “instruir puede cualquiera, educar sólo quien sea un evangelio vivo”, estaba jerarquizando a la educación como la más noble disciplina intelectual del ser humano.

Don Pepe fue luz inagotable para la conciencia humana. El fue uno de los grandes arquitectos que construyeron el poderoso hogar de nuestra nacionalidad.

Martí dijo: “Yo no vi casa ni tribuna en Tampa y Key West sin el retrato de Don José de la Luz y Caballero”.

Nosotros, herederos de los hombres que lo rescataron del olvido, fieles discípulos de ese Gran Maestro, hoy ratificamos el juramento que hicimos ante un Ara para recordarlo y mantenerlo vivo.

Miriam E. Quirós, G:.L:.P

Federación de Logias Unidas

 

 

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    Alejandro

    Riqueza

    Un pueblo es rico cuando tiene educación
    Ya bien lo dijo nuestro NSM
    Enseñar puede cualquiera, educar sólo aquel que sea un evangelio vivo

    julio 5, 2022
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    Yolanda

    El apóstol de la educación cubana

    Muy bueno

    julio 5, 2022
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    Leansy Medina

    Excelente

    NSM

    julio 1, 2022
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    Javier

    N. S. M

    El Padre.. Silencioso Fundador de la Patria…

    julio 1, 2022

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