Era un maestro comprometido y estricto, conocido también por ser un hombre, aunque severo, justo y comprensivo.
Al terminar la Tenida ese día de verano, mientras el maestro organizaba unos documentos sobre su sitial, se le acercó un discípulo y en forma desafiante le dijo:
– maestro, lo que me alegra de haber concluido al fin este año litúrgico, es que ya no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburridora.
El discípulo estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.
el maestro miró al discípulo por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:
– Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?
El discípulo quedó medio desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.
-Por supuesto que no, contestó de nuevo en tono despectivo el joven.
– Bueno, prosiguió el maestro, cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar.
– No entiendo a que se refiere, dijo el discípulo contrariado
– Muy sencillo, replicó el maestro, tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o lo que es peor me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo hermano mío, prefiero obsequiarme mi propia serenidad
Hermano, concluyó el maestro en tono gentil:
– Su Rabia pasará, pero No trate de dejarla conmigo, porque verdaderamente no me interesa tenerla. yo no puedo controlar lo que usted lleva en su corazón, pero de mi depende lo que yo cargo en el mio.
Cada día, en todo momento, puedes escoger qué emociones o sentimientos deseas poner en tu corazón, lo cierto es que lo que elijas lo llevarás contigo hasta que decidas cambiarlo. Es tan grande la Libertad que nos brinda la vida que incluso tenemos la opción de amargarnos o ser felices.
Javier Alvarez Rodríguez
Soles y Rayos de Oriente No.7
Montevideo, Uruguay
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