El mejor homenaje que podemos realizar a los que han hecho posible estos 150 años
ininterrumpidos de labor patriótica y fraternal es el de preguntar si estamos haciendo lo que ellos hicieron para lograr un futuro esplendoroso de la sociedad en que convivimos. El día 9 de mayo de 1873 tiene que ser recordado por todos.
Con frecuencia te oigo decir que sirves a la Orden. ¿Cuándo eso afirmas, quedas realmente satisfecho, o surge en tu espíritu alguna duda? Puedes averiguarlo si te diriges algunas preguntas y buscas las respuestas a solas con tu conciencia. Empieza pues:
¿Estoy habitualmente a plomo con el tesoro de la Logia, o soy una rémora a cuyos hermanos tienen que estar cuidando y advirtiendo para que no cause baja por falta de pago y evitándolo con sacrificio de la Logia o de los hermanos?
¿Observo respetuoso y responsablemente la disciplina en el Taller, atendiendo a todos los
momentos del trabajo?
¿Escucho atentamente la lectura del material de Secretaría, de manera que cuido de que no ingrese en la Orden algún elemento indeseable, y me entero de los hermanos enfermos y fallecidos, de los traslados, de los actos que celebren las distintas Logias que nos rodean?
¿Cuándo algún asunto se discute en Logia, intervengo para dar mi opinión, favorable o adversa, o guardo silencio, almacenando inconformidad o disgusto, para comentarlo después de finalizada la sesión?
¿Acepto disciplinadamente la voluntad mayoritaria de mis hermanos, o conspiro en alguna forma para que esa voluntad sea desconocida?
¿He dicho alguna vez que en la Logia o en la Orden, en general gobiernan “piñas”, o grupos, sin comprender que yo también puedo gobernar?
¿Soy de los que constantemente están quejándose de deficiencias legales o litúrgicas, pero jamás presentan una iniciativa que las modifique?
¿Presumo de rebelde, interpretando la rebeldía, sin comprender que los rebeldes están obligados a respaldar su actitud con una absoluta limpieza de conducta?
¿Practico la fraternidad, cumpliendo comisiones de mi Logia, visitando otros talleres,
interesándome por los hermanos enfermos o en desgracia, respaldando con mi asistencia
personal los actos de la Orden, o llevando a mi familia y amigos a las llamadas “tenidas blancas” para que las actividades de la Institución sean conocidas y aquilatadas por profanos?
¿Asisto puntualmente a las Sesiones como prueba que deseo que los demás me emulen en templanza y disciplina?
¿He comprendido que no basta estar sino hacer, y, que los años de labor fraternal deben ser fecundos y constructivos?
¿Defiendo con entereza los Tratados de Alianza Fraternal firmados y tengo el corazón abierto para tratar de que los que faltan los firmen?
¿Considero la Orden como una sociedad de socorros mutuos a la que hay que sacar los mayores beneficios de orden material para mi persona, o como un instrumento de superación colectiva en lo cultural y en lo moral para sus miembros y para la comunidad?
¿Sigo firme en la defensa de los postulados e ideales que se enarbolaron el día 9 de Mayo de 1873 y deseo UNA SOLA?
HERMANO-A: Las respuestas de tu propia conciencia te dirán si en verdad ESTAS
SIRVIENDO A LA ORDEN.
Tu Hno: Jorge Portuondo Jorge.
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