“A mí no me dan miedo mis hijos. A mí me da miedo el número de generaciones que fueron criadas en el maltrato. A mí me da miedo la poca capacidad que tenemos los adultos para autoregularnos, muchas veces producto de ‘disciplina’ impuesta por el miedo, no por la comprensión ni el diálogo.

A mí me da miedo lo fácil que se nos hace levantar la voz o la mano cuando no sabemos cómo ayudar a nuestros hijos de forma calmada, paciente.

A mí me da miedo nuestra ignorancia en cómo criar en la paz, cuando la mayoría no podemos ni imaginarnos cómo se educa sin castigos ni dolor físico o emocional.

A mí me dan miedo los padres que dicen “es mi hijo, por lo tanto es asunto mío nada más”. A mí me da miedo cómo no sabemos pedir ayuda cuando no sabemos cómo criar mejor.

A mí no me dan miedo mis hijos, me da miedo nosotros, los padres, cargando con tantos años de angustias, de ansiedad, de dolor no resuelto, de sensaciones que no podemos ni siquiera nombrar.

A mí me da miedo nuestra preferencia por lo que se ha hecho por generaciones en lugar de probar un nuevo modo de crianza.

A mí no me dan miedo mis hijos, a mí me da miedo no ser el ejemplo que se requiere para crecer como un ser humano pleno, un ser humano que elija la palabra, la calma y la paz antes de cualquier imposición física o psicológica.

A mí no me dan miedo mis hijos. A mí me da miedo que algún día me tengan miedo a mí, porque en el miedo no hay lugar para el amor. Y yo, a ellos los amo.”