La Orden Caballero de la Luz está centrada en la vida terrestre; en el ser humano que nace, vive y muere aquí en el planeta Tierra, y su primera aspiración es el crecimiento espiritual y cultural del cubano, nuestra razón principal de existencia.
La iniciación persigue mejorar a la persona por dentro, para que también mejore su actuación en la sociedad que lo rodea y esta pueda evolucionar hacia su futuro armónicamente.
La Orden pretende tan solo activar en los hombres y mujeres aquellos resortes personales que los abren al mundo espiritual. A partir de ahí el Caballero de la Luz y la Sacerdotisa del Hogar se superan a sí mismos. No se les impone teología ni revelación alguna, quedando en plena libertad para decidirse en ese sentido o para renunciar a ello.
En el prototipo del universo, es la Obra en sí lo que interesa; es decir: el universo que contiene la Ley de la que derivan las leyes que rigen sus diversos niveles.
El Hombre se halla en uno de esos niveles, siendo consecuencia y reflejo de la Obra. La Causa, el Principio Generador, la Gran Energía, se manifiesta o revela y es el referente último, inaccesible e indefinible, de cuanto existe.
La Orden Caballero de la Luz respetuosa con las diversas interpretaciones dadas a todo esto a través de la Historia, utiliza símbolos que evocan o provocan, en cada uno de nosotros, un despertar interior que se puede intentar definir personalmente utilizando palabras representativas diversas: símbolos en definitiva.
Por ello, la identidad constante tradicionalmente ha sido el Gran Hacedor o Sublime Luminar del Universo, como símbolo, común a todos, de ese Principio que unos miembros identifican con el Dios bíblico, otros con el Demiurgo platónico, con el Verbo, con Brahma o Alá, etc. O bien se abstienen, simplemente, de entrar en el debate definitorio y le denominan Ser Supremo.
Nuestra espiritualidad es la actitud de búsqueda de lo que “trasciende” las apariencias, tratando de ir más allá de ellas, recorriendo el laberinto de nuestro mundo interior o microcosmo, conscientes de que el macrocosmo al que pertenecemos y que “está arriba”, es como “lo que está abajo”. A través de esa conciencia de la vinculación universal de todas las cosas, el Caballero de la Luz y la Sacerdotisa del Hogar buscan su camino hacia lo esencial.
La Orden Caballero de la Luz tiene como fin conseguir una sociedad humana más armónica, más justa y más fraternal, a partir de la superación personal de los que la componen. Este es el postulado. Y el axioma es, para cada miembro; que tal fin constituye una necesidad alcanzable.
G.L.P:. Nérida Pérez
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