Diógenes, filósofo griego de los siglos IV y V, con su linterna encendida, en pleno día, buscaba por las calles un hombre; pero ¿qué cualidades tendría que atesorar el de su búsqueda, cuando no fue hallado?

Hoy, en pleno siglo de la técnica y el progreso, que en cada instante nos sorprenden las magníficas concepciones del cerebro de los genios (computadoras, teléfonos, etc.), nos tropezamos con millares de hombres que deslumbran con sus ostentaciones, y son reverenciados, adulados y mimados por los demás hombres; pero que no reúnen las cualidades necesarias para formar en el ejército de los que luchan por establecer una corriente de amor fraternal entre los hombres.

Esos hombres, cegados por la ambición, el egoísmo y el rencor se convierten en materia inconsciente; en vehículos conductores de las más bajas pasiones.

Se necesitan hombres, sí; pero hombres receptivos que sepan también dar de lo bueno que poseen y repartir, para que otros lo reciban y trasmitan, a su vez, formando una onda infinita, el saber y la enseñanza, de los cuales están ayunos tantos y tantos que forman legión.

Se necesitan hombres que resistan el análisis moral a que puedan ser sometidos; hombres, que sin importar su procedencia, al sondear en el fondo de sus almas puedan mostrarlas sin manchas.

Precisan hombres que no se escuden tras la hipocresía, cubriendo, a modo de cortina, sus propias intenciones,

Necesitamos hombres que puedan asimilar las dulces emociones que produce el hacer el bien y, que hagan ese bien, no por vanidad, ni conveniencia.

Hombres sin dobleces ni trastiendas.

Hombres que tengan un elevado concepto de lo que significa la palabra libertad y no abusen de ella en beneficio propio, ni para difamarla.

Hombres que no se aferren en destruir, sino en edificar.

Hombres que tengan un verdadero concepto de Dios y no lo mixtifiquen, embotando, con ello, el cerebro de los pobres de espíritu.

Hombres que no copien a los tiranos, que se entreguen de lleno, con el ejemplo a la lucha por la libertad, sin poner frenos a los otros hombres.

Hombres que sepan guiar hacia la luz a los que de ella sean menester.

Estamos anhelantes de hombres que no se dejen, por cobardía, vencer por los vicios.

Hombres, que cuando sus conciencias los llamen, puedan contestar sin que nada pueda impedírselo.

Necesitamos hombres que no sean remisos, ni tardíos, en acudir al llamamiento que puedan hacerles los demás hombres, cuando se trate de aportar sus energías para ayudarles a salir de las tinieblas y la esclavitud.

Hombres, que al beber en las aguas puras y cristalinas del bien, no las enturbien.

Hombres, que comprendan que, en la sociedad, hay algo siempre que hacer en beneficio de los demás.

Son necesarios hombres que sepan conocerse a sí mismos, único camino que conduce a la verdadera perfección.

Hombres que sepan dominar su carácter y no se dejen llevar por la violencia. Hombres fraternales.

Necesitamos hombres que lleven impregnados en sus pechos, la consigna de LIBERTAD AYER, HOY Y SIEMPRE. LIBERTAD PRIMERO.

 

G.L.P:. Jorge Sánchez Montalvo.

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    Jorge Romero

    Beneficios de los demás

    “Hombres, que comprendan que, en la sociedad, hay algo siempre que hacer en beneficio de los demás.“ Un excelente trabajo educativo para trasmitir en estos momentos, gracias como siempre.

    octubre 12, 2023
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    Medina

    Excelente

    Ser un hombre va mucho más que la palabra, incluye las acciones, el aspecto moral junto con las aptitudes y actitudes que eso conlleva. Es todo con concepto mayor que no todos tienen la capacidad ni la determinación para ejemplificarlo

    octubre 12, 2023
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    Charles

    La libertad del ser.

    Excelente observación, traslúcida, pulcra en su sentir. Esos hombres necesarios, existen, pero andan dormidos como la miel de invierno, parecería que primero hay que levantar les la piel y apretarle el corazón hasta que duela, para despertar del largo sueño en que viven.

    octubre 12, 2023

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