“Ha dejado atrás el mundo material, con todos sus vicios y errores. Pronto colmará vuestras aspiraciones, y compartirá nuestros trabajos en busca de la verdad”.
El fundamento de la Luz del conocimiento y la “verdad” de la Orden, es tan elocuente y trascendental que sin titubeos preferimos que haya un cataclismo espacial, antes que un Caballero de la Luz no viva con justicia su vida. Ese es el principio moral por excelencia. Estos dos conceptos, la Verdad y la Justicia, son básicos para un miembro de esta Orden Fraternal. Declaramos que los valores morales hacen a unos hombres más estimables que otros. La conducta de un Caballero de la Luz debe ser siempre fiel reflejo de las enseñanzas de Don José de la Luz y Caballero.
Literalmente. Sin más explicaciones, reproducimos las palabras en este grado: “Nosotros entendemos que el verdadero hombre de bien, es el que practica la justicia, el amor, y la caridad. Y coloca los bienes espirituales sobre los materiales. Hace el bien sin ánimo de recompensa, toma la defensa del débil contra el fuerte, y sacrifica su propio interés al justo interés de sus semejantes. Encuentra su satisfacción en la práctica verdadera del bien. Siempre se inclina al pensamiento de los demás, ante él mismo. Es bueno para con todo el mundo, porque mira a la humanidad como una sola familia. Respeta en los demás todas las convicciones sinceras y todas las opiniones, sin odiar a los que no piensen como él”.
Se le hace una pregunta al candidato, que es la definición más explícita de lo que debe ser la conducta de un verdadero Caballero de la Luz. “¿Está dispuesto a ajustar en el futuro su conducta a las normas estrictas de rectitud, a que la dignidad y prestigio de nuestra Orden obliga a todo Caballero de la Luz?”
La Orden Caballero de la Luz, con sus leyes, reglamentos, principios, doctrinas y enseñanzas filosóficas, deben convertirse en los patrones de cada miembro. Más que el sellito en la solapa del saco, más que los símbolos de calcomanías en el auto, más que la sortija y la cadena; es a través de la forma de ser, en la conducta para con nuestros semejantes, que “materialmente” se demuestra lo que la Orden ha hecho dentro de uno.
Después de haber adquirido el Grado de Discípulo, se le dan a conocer las virtudes sociales y humanas que se requiere a todos los miembros. Virtudes que se juran ante la Biblia, y ante todos los hermanos presentes. “Quiera Dios no se desvíe un momento de ser bueno, caritativo, laborioso, sobrio y modesto”.
Asimismo se le enseña los tres símbolos principales de la Orden. LA BALANZA, para que la Justicia guíe aún más su conducta. LA CONSTITUCION, que ha sido concebida democráticamente entre todos los hermanos, como Ley Fundamental de la vida en la Orden, que se transforma en una palabra “mágica”: FRATERNIDAD. LA PLUMA, simbolizando la ciencia del conocimiento, del desarrollo de la humanidad, a fin de iluminar el camino hacia la perfección del hombre, y lo convierta en un excelente ciudadano del mundo.
Ser un Discípulo de la Orden Caballero de la Luz, no sólo significa haber adquirido el Primer Grado, sino estar dispuesto a ser precisamente un discípulo de Don José de la Luz y Caballero. Por eso el Luminar Pasado Instructor declara: “Don José de la Luz y Caballero, le dio su espíritu a un pueblo, modelando su inteligencia, enseñándole la verdad. Y nosotros hemos jurado continuar su obra.”
La admonición final de la ceremonia de este grado, posee una fuerza y carácter universal: “Como recién iniciado, su deber es conocer más de la Orden, sus enseñanzas, leyes y principios, seguir ascendiendo en sus grados, y mientras más la conozca, más la amará, y más será amado de todos nosotros.”
Hemos caminado sobre las huellas dejadas en miles de actas, discursos, y actividades, por los que nos han precedido hasta el día de hoy. Sus voces se mueven en el éter de la historia de la humanidad, y reviven en la lectura de cada Apertura y Clausura en las sesiones de cada Templo de los Caballeros de la Luz. Las palabras en esta ocasión nos sirven para recordar lo Grande y Majestuosa que es nuestra Amada Orden.
GLP.: ALBERTO C. JANE
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