La justicia es un concepto que todos deseamos ver realizado en nuestras vidas. Nos gusta creer que vivimos en un mundo justo, donde cada persona recibe lo que merece y donde se castiga a los que hacen el mal. Sin embargo, la realidad a menudo nos muestra que la justicia es un ideal difícil de alcanzar.

En muchas ocasiones, vemos cómo personas inocentes son condenadas injustamente, mientras que criminales poderosos escapan impunes. Nos enfrentamos a situaciones en las que la ley no parece aplicarse de manera equitativa para todos, sino que favorece a los privilegiados y margina a los desfavorecidos.

¿Qué sentido tiene entonces hablar de justicia en un mundo tan desigual? La respuesta no es sencilla, pero quizás la clave esté en recordar que la justicia no es solo un sistema legal, sino un principio moral que debe regir nuestras acciones. La justicia implica tratar a todos con equidad, respeto y dignidad, independientemente de su posición social, económica o cultural.

La verdadera justicia no solo se limita a castigar a los culpables, sino que también busca reparar el daño causado y proteger a los más vulnerables. Nos invita a reflexionar sobre nuestras propias acciones y decisiones, y a cuestionar si estamos contribuyendo a construir un mundo más justo o perpetuando la injusticia.

En última instancia, la justicia es un ideal al que debemos aspirar constantemente, incluso cuando parece inalcanzable. Cada pequeño acto de bondad, cada gesto de solidaridad y cada lucha por la igualdad son pasos hacia la realización de la justicia. No podemos conformarnos con la injusticia que nos rodea, sino que debemos trabajar activamente para transformarla.

Por tanto, la próxima vez que nos enfrentemos a una situación injusta, recordemos que la verdadera justicia no solo depende de las leyes y los sistemas judiciales, sino de nuestra capacidad para ser justos en nuestras relaciones con los demás. Solo así podremos construir un mundo más justo y equitativo para todos.

Manuel Cruz PJ Centenaria Logia Optimismo #10