Cualquier persona temblaría si se le dice que le van a poner unas piedras dentro de la boca. Sin embargo, una piedra dentro de la boca puede ser beneficioso, y hasta salvar la vida. Por lo menos, ese es el caso para unas grullas que habitan en las montañas del sur de Turquía.

Estas grullas chillan mucho, especialmente cuando vuelan. Y ese ruido atrae la atención de las águilas, que se lanzan en picada desde lo alto, para atraparlas y comérselas. Pero las grullas de esta zona de Turquía poseen una táctica adquirida de generación en generación por la madre naturaleza. Lo que hacen es coger unas piedras, lo suficientemente grandes, como para llenar sus bocas. Y esto evita que chillen cuando vuelan, y sean así un buen bocado para las águilas.

Las personas tienen también problemas con sus bocas, es decir, con lo que sale de ellas. El escritor del libro de Proverbios en la Biblia, señaló hace dos mil años: “el que vigila su boca, conserva la vida; el que habla mucho, se pierde”. Y este otro: los labios del necio acarrean disputas y divisiones, y su boca atrae golpes”. ¿Saben quién escribió estas palabras? Pues el mismo Salomón. ¿Cuántos de nuestros problemas pudieran haberse solucionado, si hubiéramos sabido controlar nuestras lenguas, y callar a tiempo? ¡Cuántos dolores de cabeza y preocupaciones causamos a otros que podrían haber sido evitados, si tenemos cuidado con lo que hablamos!

Cuando estamos reunidos en logia, es frecuente ver como los ánimos se caldean, y las palabras cortan como filosos cuchillos. Y una vez que han salido de la boca, ¡ya están dichas!, ¡ya el daño está hecho! A pesar de que, desde el comienzo de la sesión, el que la preside dice: “Nadie está facultado para hacer uso de la palabra, sin su debido permiso”. Así como que todos los presentes saben que el “careo entre hermanos” está igualmente prohibido.

Tratemos esta fórmula de Etiqueta y Cortesía: Cuando no te guste lo que oyes, o ves, si tienes que hablar, hazlo con las menos palabras posibles. Esta técnica, muy utilizada por la diplomacia a nivel mundial, puede ser tan efectiva, como ponerse una piedra en la boca. Y si las aves, que mencionamos al principio, pueden hacerlo, que no razonan, ¿por qué tú no? Recordamos las películas que reviven los encuentros en los salones entre diplomáticos oponentes, o de países enemigos, que cuando van a “contestar” lo que no le gustaron oír, transforman sus palabras en una sonrisa. Tal vez sea la respuesta más inteligente.

En los Templos nos reunimos en logia los miembros de una misma Institución Fraternal. Nos llamamos “hermanos”, por lo que nos debemos un inmenso respeto. Y las dos horas promedio de una sesión, “tienen” que ser amenas. Evitemos la sicosis de ver a un oponente en el hermano, o hermana, que no coincide con nuestros planteamientos. Evitemos asimismo las palabras hirientes. Y si en algún momento…”se nos escapan de la boca”, no olvidemos la que brilla en medio de nuestro tríptico en el Foco Lumínico.

Releamos este pensamiento, poco divulgado de nuestro Don José de la Luz y Caballero:

“Hay cosas que no deben hablarse, ni escribirse, Ni pensarse (aún con buena fe)”

GLP:. Alberto C. Jané (FLU)

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    Charles

    En boca cerrada, no entran moscas.

    Excelente reflexión, muy a tono con los tiempos que corren. Hay más heridas resultado de las palabras, que de alguna herramienta filosa.

    noviembre 7, 2024

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