La excusa del traidor siempre será que nunca te prometió nada y la del mal agradecido, que nunca te pidió nada.
Ambos individuos comparten una característica maquiavélica común, y es la horrible incapacidad de reconocer el valor de los demás y por supuesto el impacto de sus acciones mezquinas, nótese esto, el traidor desde una fría racionalidad desestima la confianza que tú has depositado en él , la considera un mero recurso que está disponible para sus fines, porque no comprende que la lealtad es un pacto tácito, una promesa no verbalizada que va más allá de las palabras, de hecho siempre los vas a ver con un afán de justificar su traición, se esconde y escuda en tecnicismos, en la falta de compromisos y van olvidando que la traición por definición implica la ruptura de una Fe, la Fe que tú depositaste también en el.
Ahora por otro lado, el mal agradecido, es alguien que minimiza la ayuda, que minimiza los favores recibidos, le resta importancia, te desvaloriza, piensa que todo no es más que parte de un gesto intrascendente, se convence a sí mismo, de que no debe nada a nadie, es un trepador, porque ignora que la gratitud no se trata de una transacción, de toma y dame, sino de un reconocimiento genuino de la bondad ajena y no de algo que es bueno mientras me sirva y me llene.
La traición y la ingratitud siempre van a revelar una profunda carencia personal, que tarde o temprano siempre termina por revelar su verdadero carácter.
… cuídate España de tu propia España …
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