Nadie escoge a su familia o a su raza cuando nace, Ni el ser rico, pobre, bueno, malo, valiente o cobarde. Nacemos de una decisión donde no fuimos consultados y nadie puede prometernos resultados.

Cuando nacemos no sabemos ni siquiera nuestro nombre, ni cuál será nuestro sendero, ni lo que el futuro esconde. Entre el bautizo y el entierro cada cual hace un camino y con sus decisiones un destino.
Somos una baraja más de un juego que otro ha comenzado y cada cual apostará según la mano que ha heredado. La vida es una puerta donde no te cobran por la entrada y el alma es el tiquete que, al vivir, te rasgan cuando pagas.
Y cada paso crea una huella, y cada huella es una historia y cada ayer es una estrella en el cielo de la memoria y la marea del tiempo lleva y trae nuestras contradicciones y entre regreso y despedida cicatrizan los errores, y cada hermano es la familia que escogemos entre extraños y entre la espera y el encuentro uno aprende con los años, que solamente a la conciencia nuestro espíritu responde.
Y que una cosa es ser varón y otra es ser hombre.
Nadie escoge a su familia o a su raza cuando nace, ni el ser bueno, malo, lindo, feo, inocente o culpable, del nacimiento hasta la muerte toda vida es una apuesta y de nuestra voluntad depende la respuesta.

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