Este es el mes establecido por la Constitución de la Federación de Logias Unidas para hablar de Cuba, de su historia, de sus tradiciones, y de aquellos que, con su sacrificio, construyeron nuestra Nación.
Los disertantes pueden hablar de todo lo que forma, estimula y fortalece nuestro concepto como pueblo, y nuestro amor a la patria. Al mismo tiempo sí debemos resaltar, al menos, dos fechas, dentro de este mes, que hicieron historia y que se convirtieron en símbolo: una de rebeldía, y otra de democracia.
El 15 de marzo de 1878, resulta ser para los cubanos, acicate para una acción moral que nos mueva a conducirnos por el camino que soñamos.
La causa directa de la Protesta de Baraguá fue, que el Pacto del Zanjón, aseguraba la carencia de libertad, el fundamento de los derechos humanos: libertad social, política, económica y moral; libertad para habitar en armonía y en paz. Independencia para vivir como cubanos.
Maceo tenía 33 años de edad. Fue la hora de su gran protesta, de su gran desobediencia. Se rebeló para dar su propia norma al combate. Había crecido por dentro. Estaba seguro. Sabía que interpretaba un superior sentido libertario, y que sintetizaba el deseo de justicia de un pueblo oprimido. El empeño era salvar la lucha por la libertad, su bandera gloriosa. Y el 23 se rompió el corojo.
La Protesta de Baraguá, era el intento de mirar, cara a cara, la historia, para más adelante continuar la lucha que en ese momento quedaba pendiente.
Y el 25 de marzo de 1895, la unidad de generaciones se convirtió en realidad, los viejos robles representados por Máximo Gómez, en su casa de Montecristi, firmaron con los pinos nuevos, representados por José Martí, el Manifiesto-programa para lograr la república soñada de “con todos y para el bien de todos”, porque la patria es de todos.
Nuestro Hno. Martí organizó la lucha por la libertad, porque consideró que la misión esencial del hombre es alcanzarla. “Los hombres han de vivir en el goce pacífico, natural e inevitable de la libertad, como viven en el goce del aire y de la luz”.
Martí predicó su política virtuosa: “Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado”.
El ciudadano de la república que quería Martí era, pues, un hombre que amara, por encima de todo, la libertad, que estuviera dispuesto al servicio de la Patria, y que se ganara la vida con un trabajo decoroso. Martí quería muchos Caballeros de la Luz y Masones.
Tenemos que edificar nuestros Templos espirituales. Esos Templos de donde broten los ciudadanos que deseaba el Apóstol. Esos Templos que nos sirvan para analizar nuestra conducta de hoy, para enfrentarnos más decididos, más juntos hacia el futuro.
Dediquémonos a juntar, a hermanar, para reparar todo lo roto, para rescatar y reconstruir, que es lo esencial.
GLP:. Juan Gonzalez (FLUF)
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