La Orden Caballero de la Luz es un patrón de conducta moral, que nos enseña a dominar los vicios, las pasiones, las ambiciones, el odio, y los deseos de venganza que oprimen al hombre. Estas palabras se leen en cada sesión desde la apertura.
Aquí encontramos lecciones que impartir y recibir, consejos que dar y atender, conversación abierta y generosa en la que hablamos y escuchamos.
En nuestras filas hay toda suerte de voces y de personalidades, con pluralidad de aportaciones y visiones, de principios y objetivos, de aspiraciones y avenimientos.
Con el buen sentido que la razón indica, existe la comprensión humana, como baluarte creador en la mejor expresión del sentimiento.
Por eso, ser Caballero de la Luz y Sacerdotisa del Hogar, es saber elevar el pabellón de la Institución, con la hidalguía que tenemos por condición; es saber responder al sagrado deber que juramos, que nos traza un ritual al que estamos obligados a respetar y hacer respetar.
Para enaltecer y preservar todos esos deberes y derechos, es necesario que expongamos la más alta manifestación de amor fraternal, y la conducta del iniciado en la Orden, dentro y fuera del Templo demuestra fielmente hasta dónde se ha asimilado las enseñanzas impartidas en cada sesión.
En nuestras manos está hacer cada día más digna y respetada la Orden que amamos. Cumplir con nuestro deber. Con la conducta, daremos el mejor ejemplo a los futuros miembros.
Como embajadores de una Orden de valores universales, reafirmamos el compromiso de NO descansar hasta que sean eliminadas la ignorancia, la esclavitud y la injusticia entre los seres humanos.
Aseguramos y respondemos a una de las preguntas que se nos hace al entrar en un Templo: “¿TE SIENTES un hombre libre?” En la Orden Caballero de la Luz, por esencia y definición, NOS SENTIMOS LIBRES y aptos para compartir estos conceptos. Por eso extendemos los brazos a los nacidos en la más bella isla, en cualquier latitud en que se encuentren.
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