El emblema de la Logia Artemisa No. 38 se erige como reflejo fiel de su legado histórico y espiritual dentro de la Orden Caballero de la Luz. Constituyente de la Gran Logia de Cuba, esta Logia ha sido desde sus orígenes un bastión firme y luminoso de constancia, disciplina y acción fraternal, cuyo ejemplo ha irradiado a lo largo del tiempo e inspirado generaciones de hombres y mujeres consagrados al ideal de la luz.

En el corazón del escudo, el triángulo equilátero representa la unidad perfecta de los principios fundamentales de la Orden. En sus vértices se inscriben las letras simbólicas:

D: Deber, símbolo del compromiso ineludible de todo iniciado con su conciencia, su familia, su logia y su patria.

H: Honor, valor supremo que distingue al verdadero Caballero de la Luz y lo guía por senderos de rectitud y dignidad.

L: Lealtad, virtud esencial que sostiene el vínculo entre los hermanos, el amor a los principios y la fidelidad a los ideales fundacionales.

Las plumas cruzadas evocan la sabiduría y el verbo esclarecido, herramientas con las cuales la Logia ha contribuido al crecimiento intelectual y ético de la Orden, al tiempo que recuerda que varios de sus hijos han alcanzado la más alta dignidad fraternal como Supremos Luminares.

El sol dorado que corona el escudo representa la luz eterna que guía su camino, mientras que la torre, símbolo heráldico de firmeza y vigilancia, alude a la ciudad de Artemisa y al carácter inquebrantable de sus miembros.

El número 38, en el centro de la base, marca con orgullo su identidad histórica como Logia Constituyente, testigo y artífice de los primeros pasos de la Gran Logia en Cuba.

Finalmente, el campo morado de fondo honra la espiritualidad profunda que caracteriza su trabajo interno, y el equilibrio cromático entre el rojo del compromiso, el blanco de la pureza, y el azul del ideal, completan un mensaje visual coherente con su alma fraternal.

La Logia Artemisa No. 38 no sólo es historia: es presente luminoso y semilla eterna de futuro