Una reflexión sobre el uso racional del recurso legal para la separación por ausencias injustificadas
En tiempos recientes, muchas logias han celebrado la incorporación del inciso h al artículo 27 de nuestras normas institucionales, que faculta a las logias a separar de sus filas a aquellos miembros que incurran en ausencias reiteradas e injustificadas. No cabe duda de que dicha reforma surgió con un propósito legítimo: preservar el compromiso, la responsabilidad y la vitalidad activa de nuestra membresía, combatiendo la indiferencia sistemática y el abandono prolongado.
Sin embargo, con igual fuerza debemos alzar la voz para advertir los peligros que encierra el uso indiscriminado de esta facultad. Lo que se concibió como una herramienta excepcional de corrección fraterna, en no pocos casos está derivando en una receta mecánica y superficial para atender problemas que son mucho más hondos: la falta de motivación, las tensiones internas no resueltas, los liderazgos ausentes o autoritarios, la falta de sentido de pertenencia, o la incapacidad institucional de adaptarse a nuevos contextos.
¿Se puede realmente reparar la fractura espiritual de una logia simplemente separando miembros? ¿No será que, al usar el inciso h como un atajo, estamos confundiendo rigor con rigidez, y deber con expulsión?
La norma no debe ser entendida como un arma, sino como un instrumento de justicia fraterna. Su aplicación exige prudencia, criterio y diálogo previo, evaluando las causas reales que llevan a un hermano a ausentarse. A veces, detrás de una ausencia injustificada, hay una vida complicada, una decepción no expresada, una desconexión que puede resolverse con una palabra oportuna.
Cuando se convierte en costumbre el resolver por decreto lo que se debe resolver por presencia, por acompañamiento o por reforma interna, la Orden pierde algo de su alma. El celoso cumplimiento del deber no puede rebasar la esencia de la norma ni convertirse en pretexto para la depuración fácil. No todos los síntomas se curan con bisturí.
Llamamos, pues, a las logias a ejercer esta facultad con sabiduría. Que antes de invocar el inciso h, se agoten los puentes. Que se escriban las cartas, se realicen las visitas, se escuchen las razones. Que se mida no solo la ausencia física, sino también la historia fraterna del hermano. Porque quien un día se aleja, puede también un día volver… si encuentra la puerta abierta.
Recordemos siempre que nuestro fin es la construcción de hombres y mujeres de bien, no la confección de listas sin ausentes. Seamos firmes, sí. Pero nunca ciegos. El verdadero deber se cumple cuando se mira con ojos de justicia, y se actúa con el corazón templado por la luz.
Comision de Cultura y Divulgacion (Logia Soles y Rayos de Oriente No.7 OCLU)

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