GLP:. LOUIS HERNÁNDEZ

(FRAGMENTOS DEL LIBRO HISTORIA INCONCLUSA)

La luz de nuestra fraternidad desea revelar en el alma misma del Discípulo los gérmenes que Dios allí depositó. Es la luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. Es la participación de la eterna inteligencia.

Esa luz, es la misma que quizás ya conocíamos, pero con la cual iniciamos y damos el bautismo luminoso de miembros de una fraternidad cuyo objeto es la perfección moral del ser humano.

El vapor ha existido en todo tiempo en la elaboración de la naturaleza. Lo mismo la electricidad y todos los fluidos, cuya aplicación a los progresos humanos nos asombra. Pero comparemos la existencia del vapor, a la conciencia de su fuerza y lo que es más, a la organización de esa fuerza por medio de la mecánica industrial, y veremos la distancia que media entre la organización y la conciencia de una fuerza o de una facultad y el hecho sólo de su existencia.

Dijo Don José de la Luz y Caballero: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor y la electricidad: La voluntad”.

Ese vapor, esa fuerza que se perdía, concentrada, organizada, surca los mares, devora las llanuras, atraviesa las montañas, transportando los productos de los climas, los hombres de todas las razas, los pensamientos de todas las escuelas, cruzando y mezclando los elementos materiales, morales e intelectuales de la humanidad, en un foro tan vasto como el mundo, para realizar la armonía predestinada, y la omnipresencia de todo lo bello, de todo lo útil, de todo lo justo.

Del mismo modo la Orden Caballero de la Luz intenta que el ser humano posea la voluntad firme de enfrentar todos los escollos que le presenta la vida. La luz existe, existía. Todos reconocemos la necesidad de un vínculo común, que desconoce las fronteras y que ignora los límites, y que es lo que proponemos: la hermandad universal.

La Orden ha elevado su bandera en la que brilla un sol refulgente y destaca los principios de EDUCACIÓN, BENEVOLENCIA y FRATERNIDAD.

No discutimos sobre dogmas, ni sobre principios. Exigimos tan sólo el reconocimiento del Sublime Luminar del Universo, sin cuya existencia y observación, sociedad, leyes, civilización y progresos sacudidos por la duda, rodarían desquiciados al abismo. Exigimos el reconocimiento de la inmortalidad del alma, sin cuya verdad, “esta vida sería indigna del Dios que la da y del hombre que la recibe”.

Exigimos el reconocimiento de un vínculo supremo entre ese Dios, la gran energía eterna, y entre este ser, el inmortal, para continuar el desarrollo de la crisálida celeste que la humanidad contiene, y que no puede terminar porque tiene a la eternidad por tiempo, a la inmensidad por campo y al infinito por término y deseo de sus aspiraciones sin fin.

He ahí los cimientos indestructibles del Templo moral tan vasto como es el mundo, que los Discípulos, las Sacerdotisas del Hogar, los Discípulos de Honor y los Caballeros de la Luz levantan con sus manos bajo el amparo de la luz de la fraternidad que nos guía.

La Orden quiere, pues, fortificar todo lo que es universal y todo lo que es cubanía. La universalidad y la patria, es su carácter.

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    Javier

    Sencillo y hermoso

    Una aproximación muy precisa

    febrero 13, 2022

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