Cuando evocamos a Martí, es inevitable el pantallazo de sus ideas. De manera abstracta e inequívoca su nombre está relacionado a imágenes y palabras muchas veces dichas, escritas u oídas, como cosecha de quien bien supo sembrar. Su vida ejemplar, su obra fecunda y su extraordinaria inteligencia se mezclan y magnifican en oro puro, irreductible; imperecedera semilla en la tierra fértil del hombre.
Ha sido Martí Orador, Crítico, Político, Maestro, Poeta, Cronista, Apóstol, Luchador y Mártir; talentos y condiciones propias encarnadas en un hombre, hombre como definió Kohly a Martí en 1930 “… un hombre de carne y hueso; el que nace, siente, alienta, ama, sufre, combate y muere…” y justamente ver al hombre, al ser humano detrás de la idea y la inmensa obra, es lo que hace extraordinaria su existencia.
Es difícil imaginarlo ir y venir, delgado, activo en el contexto de su tiempo; sin dudas un hombre de acción, de carácter, en ejercicio constante, consciente y lógico de su propósito. Una vida llena de sacrificios en virtud de sus ideales, traducidos como mínimo al
estricto cumplimiento de la palabra empeñada, como refleja en su frase “el verdadero hombre no mira de qué lado vive mejor, sino de qué lado está el deber” hábito de conducta moral, honestidad y justeza en sus acciones.
Pese al dolor que produce abandonar el nido natural, desterrado a veces por enemigos, otras por su consciencia, jamás se permitió como hombre sencillo la autocomplacencia en sus virtudes, sino que dirigió sus pasos a dónde fue más útil y coherente con sus pensamientos.
Oportunamente expresó en su magnífica oratoria “Si el hombre no sustenta con sus actos su frases, aun antes de morir viene a tierra, porque ha estado de pie sobre columnas de humo” El predicar con su propio ejemplo glorifica y a su vez naturaliza el acto apostólico de su doctrina, a la cual se entregó en cuerpo y alma. “Era, pues, un hombre, todo un hombre –completaría más tarde Kohly – este maestro en el arte de crear una patria y en el de hablar al corazón de sus hermanos.”
Cuando evoquemos a Martí, luego del pantallazo inevitable que relaciona imágenes y palabras, lo justo, lo verdaderamente justo es ver al hombre virtuoso que se esconde detrás de la luz de sus ideas.
Wilmer González Sánchez, RL. Bauta #72
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