Hubo una vez un cojo y un ciego que iban paseando juntos cuando se encontraron un río, el cual ambos debían cruzar. El cojo le dijo al ciego que él no podría llegar a la otra orilla, a lo que el ciego respondió que él sí podría pasar pero ante su falta de visión, podría resbalar.
Ante ello, se les ocurrió una gran idea: el hombre ciego sería quien llevaría la marcha y sostendría a ambos con sus piernas, mientras que el hombre cojo sería los ojos de ambos y podría guiar a ambos durante el cruce. Subiendo el cojo encima del ciego, ambos procedieron a cruzar cuidadosamente el río, lográndolo con éxito y consiguiendo alcanzar la otra orilla sin dificultades.
La mayoría de las historias cortas cuentan con distintas variantes. Ésta por ejemplo posee una alterna donde en vez de cruzar un río, ambos tienen que escapar de un incendio, y nos sirve para entender la importancia de colaborar y cooperar con los demás, algo que permite aunar las habilidades de todos para alcanzar un proyecto común.
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